Cultura

José María Franco ingresa en la Academia Iberoamericana de La Rábida

  • El pintor onubense dedicó su discurso a los grandes paisajistas de la Sierra de Huelva · El nuevo académico comenzó su intervención de 45 minutos en las culturas antiguas

El pintor onubense, artista y embajador de Aracena José María Franco realizó ayer tarde en el salón de actos del I.E.S. San Blas de Aracena su discurso de ingreso en la Academia Iberoamericana de La Rábida, siendo el primero desde que dicha institución con la defensa de la cultura hispanoamericana por bandera se constituyera oficialmente el pasado mes de febrero.

Habló para un salón repleto de público entre autoridades, académicos, personalidades de la cultura onubense, investigadores serranos, familiares, amigos y curiosos en general. Hizo un discurso centrado en los paisajes de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche a través de los grandes maestros de la pintura que pasaron por este paraje natural. Tras la entrada del protagonista, recogido por los académicos más jóvenes, el presidente de la Academia, Sixto Romero, dio la bienvenida a los asistentes y procedió a la lectura de unas preguntas previas bajo la fórmula de un juramento. José María Franco prometió tanto su deseo de querer entrar en la Academia como la defensa de la cultura. Comenzó el discurso de ingreso cumpliendo el tiempo máximo de 45 minutos. Tras la definición del término paisaje por la Real Academia Española hizo un recorrido por la historia a través de la pintura, pasando por la pintura china, egipcia, cultura romana, greco-romana, Edad Media, gótica, arte flamenco o el barroco. Todo ello recogiendo los grandes maestros de la pintura y en especial quienes cultivaron el paisaje.

Considera a Carlos Haes (siglo XIX) como el maestro del paisajismo español con un estilo realista y al aire libre, siendo además el primero en salir al campo. Sus obras se pueden contemplar tanto en el Museo del Prado como el de Huelva, lugar del que da un pequeño tirón de orejas porque "pide a gritos una ampliación" y da una idea de futuro "ocupando la antigua sede del Banco de España". Por la comarca destaca el Museo Etnológico (artes y costumbres populares) de Aracena. Dentro del siglo XIX , bajo la premisa del paisajismo destaca en primer lugar al inglés Richar Ford, buen dibujante, que en su regreso a Inglaterra dejó huella en Aracena con un dibujo del Castillo o de la Torre almohade, pasando también por Minas de Río Tinto y Campofrío.

Hizo referencia a John Frederick Lewis o David Roberts. De este último señaló su técnica con la acuarela y la amistad con Domínguez Bécquer, el padre del poeta Gustavo Adolfo Bécquer y a quien considera el padre del paisajismo andaluz. El profesor José Rubio Jiménez publicó un estudio en 2007 en la colección Arte Hispalense de la Diputación de Sevilla. Antonio Rodríguez Moñino donó cinco álbumes bajo la custodia de la RAE con más de 300 dibujos a lápiz de Domínguez Bécquer. De su estancia, entre junio y agosto de 1835, existen diversas acuarelas e incluso se puede afirmar que el poeta G.A. Bécquer fue concebido en Aracena, si tenemos en cuenta que nació el 17 de febrero de 1836. Existen dibujos del Convento de Jesús María, vistas de las afueras, del Castillo o la ermita de Santa Lucía.

En paisaje de la Sierra fue recogido por primera vez por el higuereño Alonso Miguel de Tóvar, nacido en 1678, habiendo dibujos tanto en Cortelazor la Real como en Higuera de la Sierra. El sevillano Emilio Sánchez Perrier dibujó la iglesia y el cementerio de Fuenteheridos en 1879. José Villegas y Cordero mantuvo también contactó con los paisajes de la Sierra. El levantino Fernando Martínez Checa dibujó la Peña de Arias Montano en Alájar.

De finales de siglo XIX reseñó al arocheno José Ordóñez Valdés, un gran miniaturista, junto a Gustavo Bacarisas Modesta, gran valedor de Aracena que gracias a su robusto dibujo fortaleció la belleza de nuestro paisaje. Sin olvidarnos del nervense y genial pintor Daniel Vázquez Díaz, nacido en 1882, también presente en su discurso.

Entre los grandes de la pintura de otras provincias señala a Eugenio Hermoso, nacido en Fregenal, que formó a muchos pintores en Huelva. Al valenciano Félix Lacarcel con sus óleos sobre lienzo, en particular dos panorámicas de Aracena en 1924 y 1925, junto a obras pictóricas sobre Fuenteheridos. Del onubense Pedro Gómez y Gómez destacó los paisajes del Tinto y el Odiel. Además la técnica en tabla, lienzo y un mural existente en una gran mansión en Almonaster la Real. El alosnero Enrique García Orta ensayó todos los géneros, recogiendo pinturas de Aracena. El cordobés José María Labrador Arjona llega a Nerva y dibuja el paisaje serrano. El maestro en el grabado es el cachonero Marcial Muñiz (1882). Desde Carmona llegó José Arpa Perea a dibujar un óleo sobre la Romería de Alájar.

Por el siglo XX el segundo Marqués de Aracena, Javier Sánchez Dalp y Marañón, en calidad de pintor dibujó la iglesia de Santa Marina de Valdezufre y Jabuguillo. Su estatus social le permitió que muchos grandes pintores pisaran Aracena como los hermanos Agustín y Enrique Segura, Miguel Ángel del Pino y Sardá, Andrés Martínez de León, Juan Lafita, Juan Miguel Sánchez, Joaquín Díaz Jara y Romero, entre otros. En la posguerra están el zalameño Mateo Orduña y el ayamontino Antonio Gómez.

En otras artes recordó a Primitivo Lázaro, que perteneció a la Academia Iberoamericana, con su gran música como la Suite de la Gruta de las Maravillas.

Volviendo a la Sierra mencionó el Concurso de Pintura al Aire Libre de Cortelazor desde 1999 e hizo un reconocimiento a la asociación literaria Huebra por recoger y publicar las obras de autores serranos. Por último, mencionó al alajareño Miguel Pizarro Zambrano, que estudió en Granada y fue amigo del gran poeta Federico García Lorca. Terminó con un poema de su hija Águeda Pizarro.

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