Antonio Moral. Director del Centro Nacional de Difusión Musical

"La solución nunca es recortar sino buscar acuerdos entre instituciones"

  • Las músicas históricas y contemporáneas, el jazz y el flamenco ocupan la agenda de este reconocido gestor y programador que ha hecho de la coproducción un antídoto contra la crisis.

Antonio Moral es uno de los melómanos más influyentes del país (fundador de la revista Scherzo, ex director del Teatro Real, del festival Mozart y de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, entre otros proyectos) y dirige desde su creación en 2011 el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Es la institución que el Ministerio de Cultura, según los Presupuestos Generales de 2014, dedica a "proteger y fomentar las distintas músicas (contemporánea, históricas y cultas de raíz popular) e impulsar la creación, la educación y la difusión musical de manera decidida, eficaz y descentralizada".

-¿Qué ha sido lo más difícil y lo más gratificante en la puesta en marcha de una institución como el CNDM, que unifica tres proyectos musicales dispares que tenían su propio recorrido y recursos humanos?

-El CNDM surge de la suma del Centro de Música Contemporánea Reina Sofía, la dirección del Auditorio Nacional y el Centro de Músicas Históricas de León. Encontrar las claves para poner en marcha el proyecto fue lo más difícil. Tres años después, y eso es lo más gratificante, es una realidad consolidada, de pilares sólidos e integrada en el Inaem como lo están, por ejemplo, la Orquesta Nacional de España o el Ballet Nacional.

-Su cargo integra la dirección artística y la gerencial con un presupuesto que ronda en 2014 los 2.700.000 euros. ¿Se siente cómodo asumiendo los dos perfiles?

-Evidentemente la programación artística es mucho más agradable y creativa mientras que la gestión pura y dura es más árida. Pero creo que es mejor que en un proyecto como el CNDM sea la misma persona la que gestione ambos departamentos. En una misión de más largo alcance como puede ser un teatro operístico es idóneo separar lo artístico de lo gerencial. Llevo más de 30 años trabajando en proyectos musicales y en ese período me ha tocado poner en marcha nuevas instituciones -como es ahora el caso- o festivales. La experiencia afina la forma de gestionar, es la que te da armas y elementos para perfilar un programa artístico adecuado al presupuesto disponible. Por difícil que pueda parecer a veces, se trata de ponerle números a los conciertos y que al final te cuadren sin perder un ápice la calidad del proyecto que quieres realizar.

-¿Cómo calificaría el momento actual de la música española?

-Yo lo calificaría de momento óptimo. Tenemos una pléyade estupenda de creadores y compositores. Autores de gran nivel participan en distintos proyectos internacionales y sus repertorios son interpretados por los grupos de música contemporánea más relevantes del circuito. También en la interpretación las cosas han cambiado mucho. Por lo que respecta a la música contemporánea, han crecido grupos interesantes por toda la geografía española, como Taller Sonoro y Zahir Ensemble en Sevilla o Neo Ars Sonora en Granada. Nunca España tuvo como ahora una docena de grupos de este nivel, que realizan giras internacionales y son muy valorados fuera. En la música antigua ocurre lo mismo, aunque ahí fuimos pioneros gracias a Jordi Savall hace ya 40 años, o 25 años en el caso de Eduardo López Banzo con Al Ayre Español. Ha habido así una mayor experiencia en la recuperación de música antigua y barroca por grupos que tienen una calidad interpretativa excepcional. Mientras que en la música contemporánea se ha consolidado un tejido que antes no existía, en la barroca, como empezaron antes, coexisten ahora dos generaciones extraordinarias: conjuntos históricos como los de Savall, Banzo o Emilio Moreno han pasado el testigo a grupos más modernos, liderados por intérpretes que previamente habían trabajado con ellos, como ocurre con Fahmi Alqhai y con Josetxu Obregón.

-¿No se plantea abrir una subsede del CNDM en Andalucía para incrementar su presencia aquí y afrontar proyectos más amplios como el que desarrolla, por ejemplo, en Salamanca?

-No. Participamos en los dos principales festivales de música antigua de Andalucía: el de Úbeda y Baeza, de gran tradición, llevamos dos años apoyándolo y continuaremos haciéndolo en 2014, pero este año además iniciamos una alianza anual con el Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás), un referente indiscutible, donde promoveremos los conciertos de La Ritirata y Jordi Savall. En el caso de Salamanca allí no había ningún festival ni programación, por lo que ha habido que crear un proyecto desde cero. En Andalucía funcionan festivales muy importantes, como el de Música y Danza de Granada. Lo que hacemos es coproducir con ellos, de modo que aumenten sus contenidos y puedan asumir programas que, de otro modo, sería imposible. En Granada, por ejemplo, estrenamos una obra del compositor y último Premio Nacional Benet Casablancas -el 25 de junio al Patio de los Mármoles del Hospital Real, al día siguiente de su estreno absoluto en el Auditorio Nacional-, y el concierto de Los Músicos de Su Alteza -21 de junio en el Hospital Real-. También hemos colaborado con Cádiz, donde realizamos con motivo del Bicentenario el ciclo Viva la Pepa [por el que pasaron el Cuarteto Casals, la Orquesta de Córdoba y Javier Perianes, entre otros], una iniciativa que pudo haber derivado en un proyecto estable si las instituciones gaditanas hubieran hecho suyo ese proyecto. Hemos participado además varios años con el Festival de Música Española de Cádiz, pero lamentablemente esta última edición se cayó el concierto que habíamos programado de Sonor Ensemble en el Teatro Falla porque el festival no podía abonar su parte de la producción ni del viaje. Podemos ayudar al Festival de Cádiz, y lo hemos hecho años atrás, pero nuestro planteamiento es que el festival con el que coproducimos se tiene que comprometer a poner algo, aunque sea poco. Esa filosofía es la que preside nuestra nueva colaboración con las Xornadas Contemporáneas de Santiago de Compostela o con Badajoz, que acaba de estrenar un ciclo de música contemporánea en cuya segunda edición participaremos.

-El Maestranza, al calor de la crisis, ha suprimido de su programación la ópera barroca, un pilar del repertorio que trabaja el CNDM. ¿No es posible una colaboración con el teatro sevillano para paliar esa carencia?

-Cada institución tiene la responsabilidad de lo que programa y debe explicar por qué lo hace y por qué no lo hace. El Ministerio de Cultura forma parte del Patronato del Maestranza como el Ayuntamiento, la Junta y la Diputación. Pero el objetivo del CNDM no es estar en grandes instituciones. Planteé en su día un proyecto para recuperar con la Orquesta Barroca de Sevilla una obra de Gluck, Demofonte, que se podría haber hecho en Sevilla, en Madrid y en Viena pero finalmente el Maestranza no encontró fechas disponibles. Nos gustaría por supuesto colaborar con ellos como hicimos el primer año de vida del CNDM cuando estrenamos allí el Salón de Espejos de la compositora sevillana y Premio Nacional Elena Mendoza.

-No debe de resultarle ajena tampoco la preocupación (ni las concentraciones de protesta) de los músicos de las orquestas españolas ante el desmantelamiento de un tejido que costó años construir.

-Todo lo que sea desmantelar lo creado anteriormente es negativo pero hay veces que algunos proyectos están sobrepasados presupuestariamente, no se han planteado bien. Más que cortar por lo sano, lo urgente es hacer un estudio de cada situación y adoptar las medidas pertinentes para que una orquesta se adapte mejor a las circunstancias de su ciudad y ofrezca el máximo rendimiento cultural a su región. Si Cádiz, Huelva o Jaén carecen de conjuntos propios, por ejemplo, las otras orquestas andaluzas deberían tener esas plazas como lugares donde recalar a lo largo de la temporada, y esto vale igualmente para Castilla y León, para Galicia... Depende de la colaboración con las instituciones el que se posibilite una red con los recursos existentes que permita ampliar y mejorar la oferta. Así se puede llegar a más melómanos e incrementar la fidelidad del público. La solución no es recortar. Hace falta más imaginación y también más voluntad entre administraciones para ponerse de acuerdo y alcanzar objetivos conjuntos. Con la coproducción el CNDM ha crecido partiendo del mismo presupuesto: hacemos más programas, llegamos a más sitios, el público ha aumentado... Hemos demostrado que es posible.

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