Huelva

Galaroza recupera la cultura de la trilla

  • Lieva recopila el vocabulario utilizado para identificar cada uno de los elementos de la actividad agrícolal iniciativa Han descubierto otra era en la parte baja del pueblo, camino del cementerio.

Hubo un tiempo en que la cultura de la trilla formaba parte de las vidas de cientos de personas. En todos los pueblos de la sierra se habilitaban espacios dedicados a esta actividad agrícola necesaria para la subsistencia familiar. Incluso algunas localidades contaban con más de una era, habiendo lugares específicos en cada zona o barrio. También las fincas de una dimensión considerable construían eras propias que posteriormente se prestaban a otros agricultores.

Aquel patrimonio etnográfico estaba repleto de matices dignos de ser considerados como parte identitaria de la población de la sierra. El lugar merecía un cuidado especial, llegándose a empedrar las eras, como espacio emblemático que precisaba una atención significativa. Las costumbres y la parafernalia que acompañaba a la trilla se rodeaba de hábitos singulares que se mantenían generación tras generación. Los útiles necesarios para la labor constituían herramientas valiosas que se conservaban con esmero. Todo con un pensamiento: cuidar la actividad, todos sus detalles, como forma de supervivencia, como vía para alimentar familia y ganado. Hoy en día, casi todo lo que identificaba la cultura de la trilla ha desaparecido. La actividad se ha extinguido y sus costumbres son parte de un pasado desconocido para los jóvenes. Tan sólo quedan algunos vestigios vivos en algunos pueblos, que han rehabilitado eras para su utilización social.

Quedan también las ilusiones de algunas entidades por recuperar el significado de las eras, como el empeño que está aportando la Asociación Cultural Lieva para actualizar esta cultura y ponerla en valor como atractivo turístico y patrimonial. Desde que su socio Ismael Muñiz elaborase un estudio sobre la cuestión, la entidad ha elaborado ya varias iniciativas.

Como ejemplo, el proyecto presentado al Ayuntamiento de Galaroza para recuperar la cultura de la trilla y darla a conocer a los miles de turistas que visitan la localidad cada año. La idea ha consistido en proponer la rehabilitación de una era que se encuentra situada a pocos metros de los dos grandes espacios comunales destinados a la trilla en el pueblo: la Era Grande y la Era Chica. Estos dos lugares ya han sido rescatados por el Ayuntamiento y la recuperación del tercero configuraría un área singular única en toda la sierra.

Pero se sigue trabajando en la asociación para seguir aportando datos. Recientemente han descubierto otra era en la parte baja del pueblo, camino del cementerio. Este espacio fue identificado por varios agricultores, que dudaban de que todavía existiese. Su ubicación es privilegiada, ya que cuenta con unas magníficas vistas hacia la iglesia parroquial y al Valle del Múrtiga.

Por ello, podría ser anunciada como mirador turístico y ser puesta en valor uniéndose al proyecto ya mencionado, que incluiría un centro de interpretación desde el cual poder informar de los oficios, las tradiciones y todo cuanto acompañaba a la siega, a la trilla y a otras actividades agrícolas cachoneras en general. En este lugar se podrían organizar exposiciones de fotografías, de utensilios antiguos y de elementos relacionados con la trilla, además de proyectar audiovisuales que recojan datos sobre el campo serrano, como los arrieros, las huertas, el descorche, la dehesa, la crianza del cerdo ibérico, etc.

Además, otro socio de Lieva, José Luis Macías, está preparando una completa investigación sobre las costumbres de la trilla, centrándose especialmente en el vocabulario utilizado para identificar cada uno de sus elementos. A tal fin, se han organizado encuentros con agricultores cachoneros, aquellos que en épocas pasadas conocieron la siega y la trilla, para que aporten datos al respecto y enriquezcan el estudio. El resultado del trabajo será presentado a las próximas jornadas del patrimonio que se celebrarán en Hinojales, e incluso se baraja la posibilidad de que sea publicado en la revista Rumor de Aguas.

Finalmente, se están recuperando viejas herramientas relacionadas con este mundo, como por ejemplo los viergos con que se aventaba la parva, o unos dediles aportados por el socio José Romero, utensilios básicos que protegían los dedos del segador en el momento de utilizar la hoz para cortar las espigas de trigo.

Todos estos pasos consolidan la recuperación de la cultura de la trilla en la memoria colectiva de la sierra, como fase fundamental para su puesta en valor y su conocimiento y apreciación por parte de las nuevas generaciones.

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