Mucho ha cambiado el oficio desde que Virgilio Raimundo Zarza se inició en él. Y ha sido en poco tiempo, ni siquiera tres décadas. Corría el año 76 cuando comenzó a trabajar de aprendiz en un taller de artes gráficas. Su paso por Tipografías Marga lo enganchó definitivamente en el mundo del arte y técnica del manejo y selección de tipos, originalmente de plomo, para crear trabajos de impresión como Stanley Morison definió la tipografía. Luego fueron Imprenta Teide y Surodiel.

Ante la disyuntiva de tener que engrosar las listas del paro, optó por autocrearse un puesto de trabajo y montar su propia empresa junto con otros socios. Fue la etapa de Gráficas Odiel. Para entonces la formación profesional que había recibido cuando aún era un chaval se había convertido en toda una experiencia producto de años manejando la composición de los tipos y las técnicas modernas de impresión.

Entusiasta de su profesión, Virgilio es una persona seria y honesta con sus amistades y sus clientes, y encuentra en su familia el apoyo que necesita en los momentos difíciles.

Tras su etapa en Gráficas Odiel, Virgilio decidió emprender el vuelo en solitario. Ahora demuestra todo su conocimiento en las técnicas del diseño gráfico. Lo hace en su empresa Ilustraciones La Rábida, situada en la avenida Adoratrices, que reúne un taller de imprenta y una papelería.

Consciente de la competencia que hay en el sector, se emplea a fondo en su trabajo, que va desde la composición de una simple tarjeta de visita hasta la confección de un libro (diseño, maquetación, impresión y acabado).

Amante de la buena conversación y la dialéctica, también le gusta el deporte el cual practicó años atrás. Eran otros tiempos. Su pasión es el fútbol y el Recreativo en particular, al que sigue asiduamente en sus evoluciones. Más de tres décadas en la impresión dan para mucho. De vez en cuando traslada su mente a los tiempos de Gutenberg.