Obras de consagrados fotógrafos como Cristina García Rodero, Carlos Pérez Siquier o Alberto García-Alix se muestran en la exposición Espejos del alma, el retrato fotográfico de la España en nuestros días, que se inaugura esta tarde en la sala de exposiciones del Hotel París en Huelva. Entre los autores de las fotografías se encuentran los onubenses Moisés Fernández Acosta -Moi- y María Clauss.

Por su diversidad de enfoques, Espejos del alma "es un contrastado mosaico de imágenes a la par que un muestrario artístico de la mejor fotografía contemporánea", apuntó el comisario de la exposición y coleccionista de las fotos, Pablo Sycet, quien indicó que la exposición pretende ser "una reflexión sobre el hecho retratístico en sí, su inmediatez, su perdurabilidad, su fuerza testimonial y sus componentes simbólicos, en este momento que las nuevas tecnologías lo han llevado hasta extremos impensables desde que empezó el nuevo siglo, cuando en un instante se hacen en el planeta tantos retratos como se habían hecho hasta entonces en toda la historia, desde que irrumpió la fotografía en nuestras vidas hasta que terminó en el siglo XX".

La muestra es representativa del quehacer de los mejores fotógrafos españoles contemporáneos porque abarca un amplísimo arco generacional y porque enseña un completo abanico de miradas, intenciones y registros: del retrato intimista al de claro acento sociológico, del encuadre clásico al de carácter puramente experimental, del glamour del personaje popular a la intensidad expresiva del anónimo...y, tal y como indica el comisario de la exposición, "entre ellos toda una pléyade de creadores que han demostrado su sensibilidad y valía para formar parte de esta muestra, en la que si bien no están todos los que son, si es muy cierto que son todos los que están".

Desde la aparición de la fotografía como recurso técnico y científico hasta su instauración como disciplina artística, ha sido en el ámbito del retrato donde más se ha trabajado como sustituto fidedigno de las artes plásticas que, hasta entonces, se habían encargado de cumplir una función de representación y crónica social, mediante pinturas, dibujos y grabados.

Tras la llegada de la fotografía a los museos como vehículo de expresión artística, sobre todo en las últimas décadas, se hace una nueva valoración del retrato, libre ya de la carga documental que hasta entonces llevaba implícita. Así, se han podido ir abriendo nuevas puertas a la introspección, al descubrimiento del contenidos simbólicos, y a otros significados que subyacen en el estereotipo del retrato.