Historia menuda

Margarita Ramírez-Montesinos y sus espléndidas clases de Griego (I)

  • Licenciada en Lenguas Clásicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1963, un año después saca las oposiciones y obtiene plaza como profesorsa en el instituto onubense de La Rábida

La vida de Margarita Ramírez-Montesinos encarna el esfuerzo más consistente, más sostenido y más realista, por aproximar el idioma de la magna Grecia a las sucesivas generaciones que pasaron por su mágica aula, siguiendo el camino -más dulce, pero más seguro- de la cultura helénica.

Margarita nació en Madrid, el 19 de febrero de 1941, en el seno de una familia formada por Juan Ramírez-Montesinos, médico y Manuela Vizcaíno.

Tras los estudios básicos, Margarita estudió el Bachillerato en el Liceo Francés, centro que irradiaba su prestigio a aquel Madrid que se hallaba sumido en la postguerra. El paso siguiente lo decidió sin vacilación: estudiaría Cultura y Lengua Griega en la Universidad Complutense tan cercana a su domicilio paterno y que había innovado hondamente en los sistemas educativos cuidando el cultivo del cuerpo y del alma.

Si en todo tiempo salieron de la Complutense ilustres licenciados que hallaron en la Filosofía, en las Lenguas Clásicas, en la Jurisprudencia y en el gobierno de nuestro país, y ocuparon las cátedras doctos maestros cuyos nombres han sido dignos de pasar a la posteridad, hay que destacar, no obstante, en la historia moderna de esta Universidad una época de verdadero renacimiento, en la que por una conjunción afortunada de circunstancias, hubo de convertirse en centro de renovada pedagogía. Así, en la Complutense se reunieron profesores de la talla de Rodríguez Adradós, Luis Gil y Laso de la Vega que eran helenistas cumbres en la especialidad a nivel mundial. Estos profesores les inculcaron a sus alumnos, entre ellos Margarita Ramírez-Montesinos, un entusiasmo sin límites por la lengua y civilización helenas en tal grado que para ella la enseñanza de ambos conceptos clásicos se convirtió en algo así como un hobby.

Margarita salió de la aludida Facultad con el título de licenciada debajo del brazo en 1963 y, al año siguiente, realizó oposiciones a institutos en la especialidad de Cultura y Lengua Griega y las superó con brillantez. Ese mismo año 1964 es destinada al Instituto de Segunda Enseñanza La Rábida, coincidiendo en su llegada al citado Centro con el profesor de Matemáticas, Antonio Órpez Asensi, y la profesora de Francés, María Paz Sarasola (q.e.p.d.), los tres dotados de nuevas ideas y afanes de ensayar nuevos procedimientos que, en unión de otros excelentes con que contaba el Centro, se constituyeron en pléyada de óptimos educadores que le dieron al artístico edificio de la Avenida Manuel Siurot unos años prósperos de enseñanza, durante los cuales el nombre de este instituto fue pronunciado con respeto en buena parte de Andalucía.

En el instituto citado, a lo largo de décadas, Margarita se entregó a su obra docente de un modo absoluto, en cuerpo y alma. Sobre las ideas pedagógicas existentes en los años 60, campeó la personalidad impar de Margarita, dada al coloquio, dotadísima para el más directo contacto humano. Hablaba con extraordinaria vivacidad, con sencilla y persuasiva elocuencia, siempre encaminada a que sus alumnos aprendiesen y alcanzaran la perfección en una cultura que ha sido faro de la Humanidad, la griega. A través de los mitos o expansión metafórica, sus alumnos conocimos el secreto sentir y cósmica emoción del pueblo de Aristóteles, a conocer íntimamente a Platón. Conocimos la democracia ateniense, presentándonos este sistema de gobierno en aquella España franquista. Nos presentó a la Eva helénica, la primera mujer que existió -nos decía con entusiasmo-, según la mitología griega, Pandora. A través de la lectura y explicación de La Iliada, pasaron casi a formar parte de nuestras familias el impulsivo Aquiles, el reflexivo e industrioso Ulises, conocimos y casi asistimos a la toma de Troya gracias a la astucia de este último personaje, descubrimos, mientras aprendíamos el griego clásico, que siglos más tarde, el fogoso y vehemente Alejandro de Macedonia dormía desde niño con La Iliada bajo la almohada, soñando con ser un nuevo Aquiles. Era tal la fascinación que nos producían estas clases, que se nos pasaban sin sentir, con el convencimiento cabal de que el astuto Prometeo había robado realmente el fuego del Olimpo y lo había traído a la Tierra para donarlo a la Humanidad. ¡Qué gran profesora y qué gran narradora!

La preparación de Margarita y las circunstancias docentes hicieron que un año diese clases de Latín en 3° de Bachillerato e incluso Literatura y Música, pero exceptuando aquel curso polifacético, siempre impartió la enseñanza de la lengua que hablaba aquel pueblo que nos dio su civilización.

Llega la Democracia a nuestro país y sale elegido como alcalde-presidente del Ayuntamiento de Huelva José Antonio Marín Rite, candidato del PSOE que, deseoso de rodearse con personas válidas, le ofrece un puesto de concejala que desarrolla con gran aprovechamiento durante tres años. Pero el mundo de la enseñanza le atrae irremediablemente y deja el salón de actos municipal para situarse en la humilde aula y reingresa en jornada completa en el instituto.

Un día de primavera adelantada, en el instituto se traducía en el aula de Margarita una obra llena de humor del comediógrafo griego Aristófanes titulada Las Asambleístas cuando una alumna lanzó al aire la siguiente pregunta: ¿Y por qué no la presentamos nosotros? Así surgió el grupo Los Epsilones. Pero, acerquémonos a la Gran Enciclopedia de Huelva, autoría de Antonio José Martínez Navarro, quien escribe al grupo extensamente y de cuya entrada sólo vamos a extraer los primeros renglones que la citada enciclopedia le dedica a aquel grupo de actores aficionados: Epsilones. Grupo teatral Los.

(Continuará)

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios