Huelva

La crisis devuelve a las calles a muchas mujeres que dejaron la prostitución

  • La actividad de las meretrices en las vías urbanas de la capital se ha incrementado un 20% en el último año · Cáritas ha atendido desde enero pasado a unas 80 mujeres

La actual coyuntura económica, que abandera una recesión económica cruda y sin escrúpulos, conlleva en sí misma una serie de consecuencias sociales ante las que la prostitución no se muestra inmune. Su impacto no sólo se ha traducido para las mujeres que ejercen la prostitución en las calles de Huelva en una reducción importante de ingresos, según evidencia la responsable del proyecto de Atención a la Mujer Marginada (Ammar) de Cáritas Huelva, Juana Redondo, sino en un regreso obligatorio de las que ya lograron salir de ese submundo y ahora se han visto abocadas a recaer. Para estas mujeres, que habían peleado duro "por salir de ahí", tenían una vida estable y un trabajo "normal", volver a hacer las calles supone "ni siquiera dar un paso atrás", sino rubricar "un fracaso enorme".

No es fácil soportar psicológicamente el ejercicio de la prostitución callejera, sobre todo después de haber tenido que superar el estigma social que les persiguió durante años y aferrarse al tren de una vida que pueda dar la espalda a la explotación de sus cuerpos para sobrevivir. Muchas de estas mujeres "son inmigrantes que estaban trabajando en empresas de limpieza" que han cerrado o han prescindido de personal. En estos casos, la situación se agrava cuando la mujer no ha logrado cotizar los seis meses necesarios para renovar su permiso de residencia y trabajo. Redondo augura además que "puede que muchas de ellas pierdan esos papeles en los próximos meses" y señaló a la dificultad para obtener un empleo para otras tantas que necesitan regularizar su situación en España. "Se están jugando su futuro", apostilla, ya que además de tener que regresar a las calles "no van a tener previsión de que su situación se estabilice" a corto plazo. Un escollo más es el llamamiento a los nacionales a las campañas agrícolas, un sector laboral en el que podría emplearse alguna de ellas. Para más inri, "la mayoría tiene que mantener a su familia en origen", por tanto, la merma de ingresos de las prostitutas extranjeras también "está afectando a otros países".

Cáritas ha registrado este año un incremento importante del 20% en el número de mujeres que ejerce la prostitución en las calles de la capital. Este aumento se ha hecho especialmente patente "a partir de este verano". Mientras que en 2008 la ONG había atendido a unas 120 mujeres, fundamentalmente nigerianas, en lo que va de año ya ha prestado ayuda a más de 80, especialmente "españolas y de Europa del Este, una realidad que no estaba en nuestras calles". Juana Redondo añadió además que se ha constatado un repunte en el número de mujeres que vienen a Huelva a prostituirse procedentes de capitales como Madrid, Barcelona o Valencia. La causa: "Que es una ciudad más pequeña, hay menos competencia y generalmente conocen ya a otras mujeres aquí" que las guían.

Redondo recuerda que en el año 2000 "la prostitución había desaparecido prácticamente de las calles de la ciudad". Cuando Cáritas empezó con el programa Ammar, apenas atendía a entre tres y cinco prostitutas a la semana. A día de hoy, la cifra ha ascendido a una veintena (cuatro veces más).

La zona seleccionada por las prostitutas para ejercer su oficio en la capital es la Avenida Molino de la Vega. A veces, incluso el Paseo Marítimo, a las espaldas de la barriada de La Navidad. La estación de autobuses de Damas también es un punto de encuentro a tener en cuenta, ya que es allí donde "realizan la captación del cliente".

El colectivo de mujeres que desempeñan en Huelva el oficio más antiguo del mundo puede subdividirse en tres tipologías bien diferenciadas. La primera de ellas engloba a las que "llevan una doble vida". Se trata de mujeres mayores de 45 años, con cargas familiares "que asumen solas" y que llevan una vida "aparentemente normal, pero contactan con sus clientes a través del móvil y quedan con ellos en casas de citas clandestinas". En un segundo grupo se encuadran las españolas, más jóvenes que las del primero, con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, que se adentran en el mundo de la prostitución para "mantener su adicción a las drogas, ya que suelen ser toxicómanas".

En el tercer grupo, el más nutrido de todos y que "va en aumento", según Cáritas Diocesana de Huelva, están las inmigrantes. La mayoría procede de Nigeria, tiene menos de 30 años y llega a España alentada por "el gran sueño europeo". Muchas han llegado a Huelva "andando, sólo conocemos a una que haya venido en avión". Tras un viaje duro, plagado de contrariedades, al llegar a España y verse "sin permiso de residencia ni de trabajo, su sueño se desmorona".

No suelen tener estudios medios o superiores. "Muchas de ellas solían trabajar en Nigeria como cajeras de supermercado o peluqueras" y pertenecen a familias muy numerosas. La tónica es engañar a sus familiares, ocultarles cómo ganan el dinero que les envían cada mes. No consumen drogas y su máxima aspiración es mantenerse económicamente hasta que obtengan el permiso de residencia y trabajo (para lo que habrán de esperar tres años).

La consecución de dinero rápido a través de la explotación del propio cuerpo "no es, en absoluto, fácil", explicó Redondo. De hecho, conlleva graves daños psicológico y genera traumas que, en muchos casos, permanecen latentes durante toda la vida. La pérdida de autoestima, "el sentirse aisladas, solas, menos mujer que el resto", es el pan nuestro de cada día. Las mujeres extranjeras suelen concentrarse en conseguir todos los documentos necesarios para regularizar su situación en tres años. No todas lo logran. Entonces, llega la desesperanza y "se dan cuenta de cuál es su realidad".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios