Crónica urbana

Turdetania, a cinco metros bajo tierraNuevos hallazgos en Quintero Báez y San Pedro

SE encuentra en la zona de La Palmera la filigrana de una Huelva que estuvo a caballo entre Tartessos y la Onuba romana, que ahora han puesto al descubierto las obras de un colector de aguas que está ejecutando Hidroguadiana. La primera aproximación que han hecho los arqueólogos sobre el muro hallado en Quintero Báez, a una profundidad de cinco metros, sitúa el vestigio en la época turdetana, entre los siglos V y III antes de Cristo.

A la riqueza de nuestro pasado, tan ecléctico como escondido, contribuyó también aquel pueblo íbero que abarcó el valle del Guadalquivir desde el Algarve portugués hasta Sierra Morena, coincidiendo con los territorios de la civilización tartéssica. Leyenda o certeza histórica, los turdetanos destacaron por su próspera economía, su cultura avanzada y, en el caso de Huelva, el desarrollo de la industria minera.

Junto al muro de esta edificación prerromana de La Palmera, en la campaña arqueológica que está llevando a cabo la empresa Ánfora se ha localizado también una fíbula (hebilla que usaban como imperdible los griegos y romanos), cuya datación se encuentra en estudio; así como piezas de cerámica turdetana y restos de pavimento anteriores a Onuba.

A menudo estas noticias -con el filtro, ora de las administraciones y de las empresas constructoras- se deslucen con las connotaciones del escollo y del retraso, del hallazgo que bloquea una obras, en una cultura nuestra mal acostumbrada a primar la inmediatez sin dar la importancia que merece el pasado de una de las ciudades más antiguas de Occidente. La prueba está en el olvido al que se ha condenado al edificio público romano que yace bajo la Plaza de Las Monjas, junto a la fuente, un patrimonio que tapó el Ayuntamiento con la autorización de la Junta de Andalucía para, decían, "su posterior puesta en valor". Incluso Izquierda Unida registró una proposición no de Ley en el Parlamento andaluz para reivindicar esta voluntad institucional. Nos consta que ha habido algún movimiento burocrático en este sentido, pero ningún paso decisivo, mientras los arqueólogos prosiguen con la labor de investigación.

Vestigios como éste o los que acaban de encontrarse en Quintero Báez nos invitan a la reflexión en torno al limitado concepto de señas de identidad que se viene forjando en la ciudad, todavía anclada en el salto hacia la capitalidad definitiva y pendiente de las quimeras que proyecta la Administración, reinventando siempre. Podemos seguir dejando pasar el tren de la Historia, un filón turístico (y también una inyección de pertenencia e identidad colectiva), esperando una apuesta valiente de los poderes públicos. Pensar, como Faulkner, que el pasado nunca muere, mucho menos sus tesoros.

La campaña arqueológica que está desarrollando la empresa Ánfora con motivo de las obras de renovación de la red de aguas, se han saldado de momento con interesantes hallazgos: la foto (1) muestra la excavación de cinco metros de profundidad que ha dejado al descubierto restos de un muro prerromano, coincidentes con otros que se encontraron anteriormente en una arqueta de Telefónica. Se ha comprobado que estos materiales (de los que vemos un detalle en la foto 2), así como los vestigios de pavimento en la zona, pertenecen a una edificación turdetana. La tercera imagen (3) muestra la cerámica medieval islámica hallada entre la calle La Fuente y la Plaza San Pedro.

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