En tierra de nadie, donde se baten en duelo las carteras vacías y el instinto de supervivencia en el escenario de una crisis económica que parece que nos vaya a engullir a todos, ahí es donde se ubican los nuevos pobres de Huelva. Los tentáculos infames de la indigencia están alcanzando a los otrora felices hogares de la clase media onubense, sobre todo a los de aquellas familias cuyas cabezas visibles se empleaban a fondo en la construcción de edificios de precios inalcanzables para buena parte de los bolsillos, incluso para los suyos propios. Y la situación se viene agravando como una gran bola de nieve desde el ocaso estival.

Dice Revilla que "cuando la casa se hunde, es la mujer la que tira de ella para sacarla a flote". Y habla con propiedad, puesto que ellas suponían -hasta finales de agosto- el 80% de las demandantes de trabajo o cursos formativos en el Programa de Empleo de Cáritas Huelva. No obstante, la tendencia parece haber variado en estos dos últimos meses. La responsable del citado programa, Concepción Martín, explicó que "ahora vienen más hombres, aunque todavía no al 50%; suelen venir la mujer y el marido a buscar empleo y ya no son tan selectivos como antes, sino que aceptan cualquier cosa, sobre todo trabajos en las campañas agrícolas de la fresa o la naranja, debido a la urgencia para aportar recursos económicos a la familia". Entre ellos, concretó, se halla "mucha gente que tenía trabajos estables pero cuyas empresas han cerrado o han presentado expediente de regulación de empleo y se han visto en la calle".

El incremento en las listas de espera para solicitar un empleo con el que hacer frente a las deudas acumuladas ha sido también notable: "Nuestras dos orientadoras laborales entrevistan a una media de diez o doce personas al día y los solicitantes tienen que coger cita. Mientras que antes del fin del verano la lista de espera era de dos días, desde entonces hasta ahora llega a las dos semanas".

Por su parte, la coordinadora del Plan de Empleo de Cruz Roja en Huelva, Elena Pavón, señaló que "aunque todavía es pronto para decir que existe una avalancha de pobres debido a la crisis, sí hemos notado un incremento de solicitudes laborales entre la población extranjera regularizada, sobre todo entre varones sudamericanos a los que no veíamos desde hace mucho tiempo".

Entretanto, la fila india de personas que no tienen ni para comer aumenta día a día en el comedor social Virgen de la Cinta. Los cien comensales de media que solían tener en esta época del año se traducen ahora en 120, un 20% más. Y es que a día de hoy atienden a "siete familias nuevas, que nunca antes habían venido a comer aquí y también a mucha gente mayor", argumentaron fuentes del Virgen de la Cinta, y eso que la oferta se ha diversificado con la apertura hace poco más de un año de otro comedor benéfico en La Hispanidad.

En el centro 'Puerta Abierta' de Cáritas todavía "no se ha notado la crisis", según dijo el responsable del proyecto Personas Sin Hogar, Daniel Rengel. Y es que muchas personas "se están cayendo pero aún no se han dado el batacazo, como la gente que suele venir a pedir cobijo a este centro", aunque lo peor ya se ve venir y "en breve cambiará el perfil de las personas sin hogar, cuando se agoten todas las vías de ayuda, desde la familia a los amigos".

Cabe destacar para concluir que los servicios de acogida y atención primaria de Cáritas Española repartidos por el país han registrado en el primer semestre del año un incremento de demandas de ayuda superior al 40%, que se estima que será del 50% al finalizar 2008. Y eso que, como manifestó Gonzalo Revilla, "cuando los ciudadanos acuden a Cáritas o a Cruz Roja para buscar ayuda es porque están muy desesperados".