Huelva

La lonja pesquera deja ver sus muros y estará operativa el próximo mayo

  • La intención es concatenar las obras en todo el entorno del muelle de Levante y abrirlo a la ciudad La entrada en funcionamiento de las instalaciones se prevé para antes del verano

El pasado 26 de julio comenzó a gestarse el nuevo frente marítimo de la ciudad con el acto de comienzo de las obras de la nueva lonja de pescado del Puerto, la primera obra de un más que ambicioso proyecto que supondrá la reurbanización de la zona del muelle de Levante, con unas instalaciones que, al margen de la funcionalidad requerida para su utilización para la venta de las capturas del día por parte del sector pesquero, tendrán -en una muestra más de la intención de la Autoridad Portuaria por buscar la integración en la ciudad-, además del edificio que le da nombre, otros tres destinados al ocio y al comercio. Una de las grandes bazas para reforzar esta intención es la progresiva eliminación de la valla del muelle, que tendría grandes aperturas que contribuirían a eliminar el concepto de recinto cerrado que en la actualidad tiene, al mismo tiempo que se conservaría la imagen histórica del Puerto de Huelva en torno a dicha valla.

Tres meses han tardado los operarios de la empresa Sando, adjudicataria de las obras que suponen una inversión de 6,9 millones de euros, en levantar los muros que en los últimos días se han podido ver en el espacio del edificio de la lonja y que incluirá la urbanización aledaña, antes de comenzar con la segunda fase del mismo. La intención, según apuntó por entonces el presidente del Puerto de Huelva, era dotar el espacio de un "edificio emblemático", mientras que el arquitecto José Álvarez Checa, aportó el "conocimiento de los ciudadanos de las actividades pesqueras", como un atractivo al mismo y el alcalde de Huelva pretendía "poner en valor esa parte de la ciudad".

La estructura que se edifica en el muelle de Levante consta de una planta baja de 3.800 metros cuadrados que será el verdadero corazón de la lonja, con una zona diáfana dedicada a la descarga y manipulación de las capturas del día y que se complementa con una superficie destinada a las cámaras frigoríficas, almacén, mercado mayorista, oficina y vestuarios. El corazón de este espacio lo constituye la sala de subasta, donde a través de una cinta transportadora, las cajas del pescado, previamente clasificadas y etiquetadas para certificar su procedencia, se desplazarán hasta la zona donde los compradores acreditados controlarán el precio en una pantalla electrónica y, con un mando, pararán la cuenta regresiva que determinará el valor de lo comprado.

En la parte superior, de 2.500 metros cuadrados, se habilitará una zona para que los ciudadanos puedan asistir al desarrollo de la subasta, laboratorios para el control de la calidad del producto, así como una zona de cafetería-restaurante, tienda gourmet y tres salas de un pequeño museo con los hitos más destacados de la historia del sector en la ciudad. La lonja tiene previsto disponer de 120 plazas de aparcamiento. Todos estos espacios serán explotados por la empresa pública Mercados Centrales de Abastecimiento SA (Mercasa).

La segunda fase del mismo incluye un edificio de dos plantas (1.100 y 750 metros cuadrados respectivamente), destinado exclusivamente a la restauración. De las mismas dimensiones, hay proyectado un inmueble que estará destinado exclusivamente a actividades comerciales y un tercero aún por determinar. Todos ellos dispondrán de un total de 200 aparcamientos.

Se trata de un proyecto que se encontraba en los cajones del anterior equipo directivo de la Autoridad Portuaria y que desde su relevo se ha relanzado con más ambición al incluirse la oferta de ocio. Junto a él, se edificará la Ciudad del Marisco, uno de los proyectos estrella de este periodo. Se trata de obras que están concatenadas y se sucederán en el tiempo de manera consecutiva. Según la Autoridad Portuaria onubense, la intención es que los edificios destinados a la comercialización del pescado estén en funcionamiento antes del próximo verano, en concreto para finales del mes de mayo o a comienzos de junio, siempre que las obras continúen al ritmo que llevan hasta el momento.

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