Huelva

La adicción también afecta a la familia

  • Un estudio de la UHU y Proyecto Hombre concluye que el círculo cercano del enfermo considera ineficaz la ingesta de fármacos para afrontar la carga emocional de la recuperación

En la recuperación de toda persona que sufra una adicción, la familia juega un papel esencial. Sin embargo, este entorno más íntimo del enfermo también puede verse afectado, ya que sus miembros tienen una mayor predisposición de sufrir enfermedades como la depresión o la ansiedad, debido al estrés y la carga emocional que conlleva el complicado proceso de recuperación del drogodependiente.

Para conocer a fondo la conducta de los familiares de los usuarios de Proyecto Hombre -en relación al consumo de somníferos y sedantes- esta organización y la Universidad de Huelva (UHU) han llevado a cabo un estudio. La investigación científica se denomina Situación de las familias que participan en el tratamiento de las personas usuarias atendidas en Proyecto Hombre Huelva en relación al consumo de hipnosedantes y en ellaha colaborado el profesor de Sociología de la Onubense Francisco Cruz Beltrán.

Según las conclusiones del estudio, fruto de las encuestas realizadas a 182 familiares de personas afectadas por problemas de drogodependencias usuarias de los programas de Proyecto Hombre, el 80% de los sondeados afirma no haber resuelto del todo sus problemas con tratamiento farmacológico, de forma que valoran como positivas para su solución otras alternativas psicoterapéuticas, como la terapia de grupo e individual, las redes de apoyo o la toma de conciencia y responsabilidad ante los problemas.

Por el contrario, las variables peor valoradas guardan relación con la medicación: la atención psiquiátrica y otro tipo de medicación "no sería la solución", afirman. No obstante, el 54% de los familiares admite haber ingerido alguna vez en su vida medicamentos indicados para los trastornos del sueño, trastornos ansioso-depresivos u otro tipo de enfermedad mental. Por otro lado, el 79% de los encuestados afirma tener un estado de salud óptimo (es "bueno" para el 53% o "muy bueno" para el 26%), lo que resulta incongruente con una valoración positiva del estado de salud de los sondeados y la ingesta de fármacos.

El principal motivo para tomar medicamentos tiene que ver con procesos de "depresión o ansiedad", lo que ocurre en el 42% de los casos. Asimismo, el consumo de medicamentos tiene que ver con asuntos familiares (31%), el hecho de no poder dormir (25%) y otras circunstancias.

Situaciones como la muerte de un ser querido, adicciones, conflictos familiares, violencia doméstica, conflictos de pareja o problemas económicos, entre otras, pueden ser tratadas con otras alternativas terapéuticas.

Los medicamentos más ingeridos son los ansiolíticos (70%) y, en menor medida, los antidepresivos (17%). En la mayoría de los casos, están prescritos por los médicos de cabecera (72%) y, en menor medida (19%) por psiquiatras. Existe un 5% de autoconsumo y un 4% de desconocimiento del origen de la prescripción.

Respecto al control del tratamiento, el estudio refleja que el 65% de los encuestados recibe supervisión por su facultativo con regularidad, mientras que el 26% no se somete a dicha revisión. En relación a su eficacia, sólo el 20% de los pacientes indica que ha resuelto los problemas por los que comenzó el tratamiento, mientras que el 33% considera que "de ninguna manera".

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