Huelva

El emocionado regreso de los 'hijos' del verano

  • El programa Vacaciones en Paz trae 145 niños a 26 pueblos de la provincia desde los campamentos de refugiados saharauis de Argelia a familias de acogida

En el estadio Iberoamericano no cabía un beso más; tampoco las lágrimas se rezagaron en la carrera por mostrar unas emociones que por más conocidas, no hacían nada por evitarlas y cabe augurar un llanto sin consuelo dentro de un par de meses. Es el periodo que pasarán en 26 localidades de la provincia los 145 niños saharauis que, dentro del programa Vacaciones en Paz, pasarán el verano entre nosotros. Desde las diez de la mañana -incluso antes-, las inmediaciones del recinto deportivo eran testigo de paseos incontrolados, llamadas de teléfono para ver dónde se encontraban los autobuses y cigarrillos que ocultaban unas "mariposas en el estómago" como las definió una de las madres, por la emoción de ver "a alguien que es un hijo más, uno de la familia".

Son veteranas, llevan más de una década colaborando en una labor solidaria que va mucho más allá que la mera ayuda. Están implicadas en algo en lo que creen y que "nos llena de vida". La mayoría han visto cómo sus hijos dejaban la casa o se sienten menos vinculados a ella. Es el caso de Miguel López, de la Puebla de Guzmán. Con tres hijos entre 26 y 32 años, "estos son como un miembro de la familia más y además, los míos están encantados". Ha sido uno de los que ha querido visitar los campamentos de refugiados en Argelia, "algo tercermundista, como la España de los años 40, sin agua, ni luz, ni nada, a pesar de que se les ve muy felices".

Bella Rodríguez es de Punta Umbría y es una de las veteranas, ya que lleva en el programa de acogida desde hace "16 años". Cumple escrupulosamente una de las primeras tareas que le esperan a un niño que pasa el cuarto año en su casa. "Lo primero es ir al médico porque les he visitado allí y es lo que más les hace falta, ya que padecen algunos síntomas de desnutrición".

Mohamed es "el rey de la casa" de Teresa Rivera, de Valverde del Camino. "Me dio mucha pena porque no tenía familia y lo reclamé y ya ha cumplido 14 años, por lo que ya no podrá venir más". A pesar de que reconoce que "no me llama la atención la visita a los campamentos porque me pondría muy triste", sí reconoce que en ocasiones se lo plantea, "sobre todo cuando nos llama y nos pregunta si vamos a ir".

Ana María es del Cerro de Andévalo y acude con su hija a recoger a Hayat, de 11 años, a la que reconoció de inmediato apenas puso un pie en tierra al salir de los autobuses que les traían desde el aeropuerto de Sevilla, y admite que le pueden "los nervios del primer día". Víctor Martín llega desde Nerva para vivir "una experiencia que te llena mucho, ya que ellos aprenden y nosotros también de su cultura, de su manera de ver la vida".

Con camisetas del 525º aniversario, las sonrisas pueden al cansancio del viaje, aunque algunos pagan el abrumador recibimiento, aplausos incluidos, con algunas lágrimas que se irán pasando. Los más asustados son los que llegan por primera vez: "Esta es mamá y esta es la abuela", les dicen los monitores que les acompañan. Los más veteranos demuestran sus tablas con abrazos sinceros y sentimientos a flor de piel.

El plano institucional fue para la vicepresidenta de la Diputación onubense, María Eugenia Limón, quien destacó la participación del ente provincial en el programa que pondrá los pueblos "al servicio de los niños, que disfrutarán de piscinas y campamento", a la vez que esgrimió la solidaridad de la provincia que se manifiesta cada año.

El presidente de la Federación Provincial de Asociaciones Solidarias con el Sahara, Luis Cruz, abundó en el sentimiento solidario y en la "emotividad de los niños y las familias que demuestran que a pesar de la crisis económica, siempre hay gente dispuesta a hacer un esfuerzo". En el mismo sentido, Guadalupe Camacho, coordinadora provincial del programa de Vacaciones en Paz, recordó que durante el viaje "los niños preguntaban constantemente por el tiempo que hacía y nos recordaban que en los campamentos, a las siete de la tarde, estaban a 52 grados". También que "al pasar por San Juan del Puerto comenzaron a gritar Huelva, Huelva, Huelva, lo que da idea de lo emocionados que estaban, tanto los que vienen por primera vez que se enfrentan a un mundo desconocido para ellos, como los que lo llevan haciendo desde hace años, que se encuentran a sus familias que llevan diez meses esperándoles".

"Qué cosa más guapa", "tío, estás más canijo todavía", "este es tu primo nuevo", frases y deseos acompañados de caricias y abrazos, besos de abuela en plena oreja y lágrimas que no esperan a la despedida. Las carpetas de un verde transparente que contienen la documentación de cada uno de los niños, se quedaron casi en el olvido. No era tiempo salvo para un cariño poco disimulado; no hacía falta hacerlo. A partir de mediodía de ayer, los pueblos de la provincia tienen 145 habitantes más. Poco entienden de la particular forma de hablar, pero hay ocasiones que el idioma es lo que menos importa. Tienen, aunque sólo sea durante dos meses, la vida que todo niño merece y que en su caso, es un lujo.

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