Huelva

Un iliplense, misionero en Benín

  • El salesiano Juan José Gómez dirige un proyecto centrado en los niños de la calle

Una vida dedicada a procurarles un futuro digno a los niños que viven en la calle en Benín, a ayudarles para que crezcan y se formen en un ambiente sano y feliz. El salesiano iliplense Juan José Gómez dirige un proyecto, iniciado por la comunidad religiosa en Porto Novo hace dos décadas con cuatro chavales, que actualmente da cobertura a 240 menores, con edades comprendidas entre los diez y los diecisiete años. Para llevar a cabo esta labor cuentan con 54 educadores.

Gómez lleva once años en Benín e indica que el balance "es muy positivo. Es una gracia de Dios la posibilidad de estar con ellos, me aportan más de lo que le estamos dando, son la imagen de la superación, alegría, optimismo y de mirar para adelante a pesar del sufrimiento y la cruz de cada día". Apunta, orgulloso, que entre los niños que han acogido hay doce universitarios y jóvenes que ya son "la tercera generación de patronos, que han montado sus talleres y han dado empleo a otros chavales".

El proyecto consta de tres fases. La primera denominada Medio Ambiente tiene como objetivo la sensibilización y prevención. En los grandes mercados de Ouando (Porto Novo) y Dantokpa (Cotonou) tienen barracas donde educadores identifican a los niños, analizan los motivos que les han llevado a esa situación y se ponen en contacto con sus familias para ver si es posible su vuelta al hogar. En caso contrario, les hacen un seguimiento y les invitan a dejar la calle. "En 2014, el Ministerio de Familia identificó 4.000 niños en la calle".

En las afueras del mercado de Dantokpa, disponen de Casa Mama Margarita, que permanece abierta de 19:00 a 07:00, para dar protección nocturna a los chavales. En ella duermen entre 70 y 80 críos. Durante el día los educadores les orientan en el mercado y por la noche se les ofrece este espacio para que puedan asearse, recibir formación y dormir seguros.

También en la frontera con Nigeria, en Seme Krake, tienen una barraca en la que el trabajo va dirigido a evitar el tráfico de niños.

La segunda fase del proyecto es la casa de acogida y de orientación, donde hay 54 menores. Es un centro de tránsito. "Recuperan la autoestima, se reconcilian con ellos mismos y con los demás, se les orienta, se les pregunta si quieren ir a la escuela o aprender un oficio, se les ayuda a construir su futuro en el presente".

La formación es la tercera fase. Aquí se les ofrecen tres alternativas: ir a la escuela pública, aprender un oficio en un taller y la granja. 55 niños van a la escuela pública; 30 al Centro Magone, en Porto Novo, donde se imparten cuatro talleres (carpintería, mecánica de motos, construcción metálica y soldadura); 15 a Casa Mama Margarita, en la que hay tres talleres (costura y bordado, mecánica de motores y construcción metálica), y 20 a la granja, que tienen en Sakete, donde se les da formación agropecuaria.

Aparte, a los menores de catorce años que no acudieron a la escuela o tuvieron que dejarla prematuramente para ponerse a trabajar se les da la oportunidad de sacarse el Graduado Escolar en las escuelas alternativas de Porto Novo y Cotonou. A éstas acuden un total de 190 niños. Van por la mañana a las clases y por la tarde trabajan. "El 90% aprueba los exámenes".

Entre los planes de Gómez están, siempre que dispongan de recursos para ello, la ampliación de la Casa Mama Margarita, así como la construcción de un centro de formación de formadores, en el que también se pueda trabajar con grupos de niños aspectos determinados como la agresividad, la autoestima... Adquirieron un terreno a setecientos metros de la playa, pero les falta la financiación. Sería un eslabón más en este proyecto. "Identificamos una media de 2.000 niños de la calle por año y sólo llegamos a 300".

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