Colombinas · toros

El discreto encanto de la torería

  • Una importante faena de Miranda vuelve a poner un rabo en la historia de esta plaza.

SON faenas que escriben la historia de esta plaza. De esas que retocan con imágenes el recuerdo de una feria que comenzó triunfal y ha rematado brillante porque sobre su albero se completó ayer, en el eje de lo que es el toreo fundamental, una importante faena que David de Miranda firmó con clase ante un no menos importante y excelente novillo.

Tiempo ha pasado desde que en esa feria del 89 Espartaco cortara a Canalla, de Juan Pedro Domecq, el hasta ayer último rabo concedido por el palco. Esa tarde de la alternativa de Espartaco Chico también Litri cortó rabo, aunque lo hizo en su primero. Detalles anecdóticos que se refrescan a raíz de ese éxito incuestionable que ayer consiguió en La Merced el novillero triguereño David de Miranda cortándole los máximos trofeos a un excelente ejemplar de Federico Molina, debutante ayer como ganadero en la plaza onubense.

Faena de distancias, de temple y de valor. Los tres ingredientes en su proporción necesaria para que nadie le pueda poner un pero a la que sin duda ha sido la mejor y más rotunda muestra del toreo de Miranda en esta plaza, que además une en la tarde otra importante labor frente al que abrió plaza, llena de mucho toreo frente a un novillo que llegó con demasiado genio a la muleta y al que también el triguereño toreó muy despacio y llevándolo hasta el final en la muleta tras haber cuajado con el capote un buen recibo a la verónica y rematar emocionante por bernardinas. La espada, que había dejado su actuación en el saludo desde el tercio, fue la aliada perfecta para rematar su gran obra frente a ese cuarto. Un novillo lleno de nobleza, bravura y alegría en su embestida, al que David le cogió la distancia y lo templó hasta decir basta. Detalles de una faena en la que por los dos pitones llegó un toreo emocionante, vibrante y serio. De mucho entendimiento, temple y  ligazón. Una monumental faena, brindada antes al ganadero Manuel Ángel Millares.

El otro triunfador de la tarde fue el debutante Rafael Serna, quien apuntaló su particular puerta grande en una faena que alternó fases de muletazos sueltos con un final crecido y venido a arriba en el que sí llegó por momentos la ligazón y la continuidad, con gusto y sabor en el muletazo. Brindis a Silvera hijo, compañero de ilusiones y de trabajo diario. Poca entrega había tenido este novillo, bruto en su comportamiento y protestando con la cara alta en banderillas. El mérito determinante de ese primer trofeo para Serna lo puso la estocada que enterró certero y  hábil el sevillano.

Faena de gusto la que Serna acopló al sexto, un novillo que se vino arriba y con clase tras el encuentro con el caballo. El debutante lo entendió en la distancia  que pidió la nobleza y ese viaje vibrante que encontró acomodo en muy buenas series por el pitón derecho. Siempre pidió el novillo mando en el toreo y por bajo. Así llegó a entregar sus mejores embestidas en una faena que terminó de forjarse de forma determinante tras la dos primeras series en las que Serna vio pronto las posibilidades de un novillo que despertó las cosas buenas que llevaba dentro. La rotunda y decidida estocada fue la mejor firma para que a la balconada del palco asomaran dos justos pañuelos.

Buen debut y grato sabor de boca el que dejó este sevillano ante la parroquia onubense que le trató con justicia y cariño toda la tarde.

La espada dejó inédito el triunfo de Alejandro Conquero en la cita de su presentación con esta plaza. Lástima porque la suerte, que anduvo repartiendo un novillo bueno para cada actuante, le había servido la oportunidad  a Alejandro de poder estar agusto y con mucha templanza en el recibo de capote y después se entendió con acierto en una faena de posibilidades ante la noble embestida. Muletazos y series que empujaron al tendido a ponerse rápido a favor de Conquero, quien además había templado jugando bien los brazos en el recibo capotero. Labor no solo de interés, sino de una rotunda voluntad por decantar la tarde hacia el éxito, un torero que no fue nada cicatero para entregar valor y decisión cuando se echó rodilla en tierra a buscar el favor del triunfo. La espada, como digo, atascó todo.

Para más abundar, se llevó el peor novillo de un buen encierro, brindado también a Manuel Ángel Millares. Bruto, echando las manos por delante y sin llegar al final, pocas oportunidades ofreció para el triunfo. No le volvió la cara Alejandro al esfuerzo, pero poco más había que hacer.

La feria se remató ayer. Ya no hay más, excepto lo que hoy determinen los distintos jurados que la juzgan. Acabó con dos toreros a hombros, uno de ellos haciendo además historia tras veintiséis, al cortar un nuevo rabo en la feria.

Era el broche natural para una feria que ha tenido cosas muy buenas dentro de ella.

Ficha del festejo:

Plaza de toros de La Merced. Ganadería: Seis novillos de Federico Molina, bien presentados, bonitos de hechuras y de buen juego en general. Primero, con genio y quinto, sin entrega, brusco y dificultoso, fueron los más deslucidos. Segundo, cuarto -premiado con la vuelta al ruedo- y sexto, que fue aplaudido en el arrastre, hacen balance de un interesante e importante debut ganadero. 

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