Huelva

La 'isla mínima' del extrarradio

  • Los vecinos reciben las disculpas del alcalde por el abandono del barrio entre la esperanza y el escepticismo Temen que el anunciado plan de rehabilitación quede en un globo sonda electoral

Los jueves al sol y las décadas en suspenso. Todo está en silencio hasta que llega la furgoneta de la fruta a la calle Río Chanza. Irrumpe junto al hombre que está soldando el carro de las pipas que amenizan los partidos del Recre. El vendedor ambulante baja, coge el megáfono y aprovecha para hacer piña con su clientela de Pérez Cubillas, que está sacando las pancartas de las casas: "¡Pérez Cubillas existe! ¡También es Huelva!"

El barrio tiene el microclima de la supervivencia. Denso, pícaro. Agridulce.

En cincuenta años poco ha cambiado. El abandono ha convertido muchas de las 94 casas municipales en infraviviendas. La historia es cíclica: estas edificaciones se levantaron en 1958 en la antigua finca rústica de El Gañán para remplazar a las chabolas de las Marismas del Tinto. El paisaje colindante todavía no había sido colonizado por los vertidos contaminantes de fosfoyeso. Se construyó una urbanización -que tomaría el nombre del entonces gobernador civil- para eliminar ese gueto y medio siglo después, los contornos fueron evolucionando y nació el barrio de Marismas del Polvorín, redefiniendo la periferia del este de Huelva. Pero en lugar de integrar el núcleo primigenio de Pérez Cubillas en el casco urbano, se acrecentó la sensación de sus vecinos de que estaban confinados en una isla.

El problema físico de las viviendas -con avanzado deterioro, grietas y humedades- se suma a la exclusión social, un cóctel de paro, marginalidad, problemas de escolarización, drogadicción..., en un reducto de la ciudad que, si a menudo es invisible,esta semana se ha convertido en protagonista del Pleno del Ayuntamiento, con un debate que, a instancias de Izquierda Unida, ha jalonado un doble mensaje del alcalde, Pedro Rodríguez (PP). Por una parte, el regidor pidió expresamente "perdón" a los vecinos por "haber tenido a la barriada abandonada muchos años" y, por otra, se comprometió a dar a la zona un trato "preferente", para lo que el mandatario asegura estar buscando financiación estatal para un plan de rehabilitación.

Ante una quincena de vecinos del barrio que acudieron este miércoles al Pleno, el alcalde prometió que "las viviendas en peor situación serán reparadas; los vecinos perderán la inseguridad jurídica y se harán con las escrituras a un precio asequible" y, además, desde el Ayuntamiento "se presentará a la Junta y al Ministerio un proyecto de reconstrucción y rehabilitación como el de Marismas del Odiel. Porque ustedes no son menos -subrayó-. Hace un mes hablé con el Ministerio para que se beneficien de un programa parecido al Casa por Casa. En 2012 le pedimos actuaciones a la Junta -apostilló- pero nos las negaron".

Virginia fue uno de los vecinos que se movilizaron en el Pleno con sus pancartas, pero salió del Consistorio con la sensación de que "el alcalde sólo nos ha pedido perdón porque vienen las elecciones. Esto nos lo han prometido muchas veces y aquí no viene nadie". La joven lleva una década viviendo en el barrio con su marido y sus tres hijos y comparte con un grupo de convecinas las impresiones de los últimos días. Impera el escepticismo. "Son ya muchos años, pero tenemos que seguir luchando", dice.

A tres meses de los comicios el recelo es inevitable, por más que el alcalde recalcara en su intervención que este compromiso "no tiene carácter electoral. Es de justicia social".

Por unanimidad se aprobó la moción de IU por la que el Ayuntamiento abordará con la Coordinadora del barrio una negociación, familia por familia, para regularizar los alquileres, adecuando las cuotas a la situación de cada inquilino y dando opción a compra. Hace tres años, el Consistorio paralizó la aplicación de la ordenanza por la que el precio mensual del arrendamiento pasaba de 1 euro a 67. Desde entonces los vecinos no pagan nada, pero hay miedo. "Es cierto lo que dijo Pedro Jiménez (IU) en el Pleno de que nos amenazaron con quitarnos las casas -cuenta Virginia-. Y ese miedo sigue existiendo. No sabemos qué va a pasar".

Siguiente parada, calle Río Tajo. A sus 88 años, Isabelita vive con su hijo con una pensión de 365 euros al mes para los dos. La anciana prepara unos espaguetis mientras muestra las paredes devastadas por la humedad. En la esquina, entre el patio y el cuarto de baño, más de una vez le han dado un susto las ratas. "Nos dijeron que hasta que no arreglaran las casas, no teníamos que pagar, que estuviéramos tranquilos, pero no han hecho nada y ya este verano he tenido que blanquear la casa pagándolo de mi bolsillo. Aquí llevo cuarenta años y el invierno es terrible. La humedad se come el cuerpo de una y tengo los huesos hechos polvo".

Le acompaña a mostrar su casa sor Mercedes, una de las hermanas teresianas que forman parte de la coordinadora y que, junto a otros colectivos (como Cruz Roja, la asociación Nuevo Horizonte, la Hermandad de Nuestra Señora de La Salud, etc) trabajan para paliar las carencias de estas familias. "Hay casas que están en muy mal estado y todas tienen la amenaza de la humedad -apunta-. Llevamos 17 años tratando este tema con el Ayuntamiento. Necesitamos una solución".

Rocío también forma parte de la coordinadora, en calidad de representante vecinal. Recuerda que "en 1986 [gobernando el PSOE], el Ayuntamiento nos dio un dinero para las casas que no tenían cocina ni cuartos de baño. Pero no se han hecho más cosas. Ya en la época de Rodri arreglaron los tejados y pintaron las fachadas por fuera, pero con dinero de la Unión Europea. Todo lo demás que se ha hecho ha sido por nuestra cuenta".

Esta ama de casa tiene a nueve personas bajo su techo con 426 euros al mes. "Evidentemente, no tengo dinero para arreglar el techo de mi casa", comenta. Como tantos otros vecinos, reclama que la actuación que se acometa en el barrio sirva también para dar empleo a los muchos parados que allí viven. Los últimos datos disponibles apuntan que el 70% de los residentes en esta zona están desempleados.

"Aquí hay fontaneros, escayolistas, albañiles, electricistas... Tienen que contar con ellos para arreglar las casas". Rocío, que lleva 56 años viviendo en Pérez Cubillas y también acudió a batallar en el Pleno, celebra que el alcalde pidiera disculpas "después de tantos años". Asegura que "durante todo este tiempo le han hecho algunos lavados de cara a la calle Ancha, que es la que se ve, pero aquí dentro no se gastan ni un euro. Con Marismas del Polvorín nos han encerrado. Parece que aquí tenemos la peste. Estamos aislados. Y encima tenemos el problema de la contaminación, los fosfoyesos. Aquí hay muchas personas con cáncer, asma, problemas de alergia..."

Una denuncia, esta última, de la que también tuvo que volver a tomar nota el regidor en el debate del miércoles, cuando los vecinos de Pérez Cubillas le dijeron que "se llevara de allí el veneno".

En unas casas que no han sufrido cambios estructurales desde los años cincuenta, otro frente abierto es el de la accesibilidad. Y el caso de Antonio es paradigmático. A sus 84 años, lleva 31 en Pérez Cubillas y 15 en silla de ruedas. No puede entrar en el cuarto de baño y está doblemente limitado por el estado en el que se encuentra su vivienda, en la que vive con su hija. Hace unos días se encontraba solo en la casa y la Policía y los Bomberos tuvieron que venir a socorrerle de una caída. Inma viene cinco días a la semana desde el servicio de ayuda a domicilio. Pero Antonio escucha las últimas noticias del Pleno como palabras huecas. Reclama hechos. "Del alcalde ya no me fío. Todavía estoy esperando la casa que me prometió hace cuatro o cinco años. Aquí hay muchas humedades y la casa no está adaptada para que yo pueda moverme con esta silla".

El voto de confianza que ha pedido el mandatario del PP en este feudo de votantes de izquierdas se presenta como un hueso duro de roer. Al menos hasta que no se materialice alguna mejora que dignifique estas condiciones de vida. El alcalde no ha podido elevar su apuesta a un compromiso de realojo, aunque desde el Ayuntamiento sostienen que se intentará conseguir lo máximo con el apoyo del Ministerio. Algunas viviendas se encuentran en un estado tan ruinoso que resulta más viable reconstruirlas que rehabilitarlas. Pero todo está en el aire y este año no solo hay elecciones municipales, sino también generales.

Entre mitin y mitin, Pérez Cubillas esperará su turno en una paradoja de dudas y esperanza.

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