Huelva

Huelva quiere recuperar más de mil hectáreas de vides perdidas desde 2008

  • La nueva política comunitaria permitirá revertir progresivamente el arranque de cultivos producido en los últimos años La comercialización y exportación, claves de futuro del sector

La política de la Unión Europea de subvencionar el arranque de viñedos como fórmula para frenar la continua caída de precios que amenazaba con comprometer en la rentabilidad del propio cultivo, se ha revelado, tal como vaticinaba el sector, en un craso error. Así lo constata la pérdida en la provincia, sólo desde el año 2008, del 25% de toda la superficie vinícola.

Es ésta la situación que pretende revertir la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, cuya responsable, Elena Víboras, desveló ayer su intención de apostar por que se amplíe la superficie a partir del 2016, cuando las políticas comunitarias abrirán la mano a la plantación de viñedos a razón de un 1% por año. Con esta progresión, en el mejor de los casos, Huelva necesitará más de 25 años para recuperar el capital agrícola que ha perdido en el último lustro.

El anuncio se produjo tras la visita al Centro de Interpretación del Vino en Bollullos par del Condado, en cuya localidad estuvo la consejera acompañada del vicepresidente de la Junta y consejero de Administración Local y Relaciones Institucionales, Diego Valederas; el delegado de la Junta en Huelva, José Fiscal; el presidente de la Diputación, Ignacio Caraballo; su homónimo en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Condado de Huelva, Manuel Infante, así como representantes de las cooperativas Nuestra Señora del Socorro (Rociana del Condado), Agroalimentaria Virgen del Rocío (Almonte), Santa Águeda (Villalba del Alcor) y Vinícola del Condado (Bollullos).

Víboras destacó que con este encuentro pretenden tomar el pulso a las necesidades del sector de cara a relanzar la comercialización y hacer frente a desafíos como la exportación fuera de las fronteras comunitarias. Para ello, desde la Administración se prestarán ayudas que van desde el "asesoramiento técnico y de formación a los agricultores", pasando por "análisis de mercado" que permitan trazar estrategias que les ayude a "ser más rentable" como elemento transversal en toda la cadena de producción y comercialización.

Para alcanzar estos objetivos, Valderas mostró su plena confianza en que la cooperativa de segundo grado permita "un relanzamiento del sector en todos sus aspectos: productivo, de trasformación y comercialización", lo que a su juicio permitirá que la vid se convierta en "motor de riqueza y de generación de recursos".

El vicepresidente recalcó que estos objetivos sólo podrán materializarse con la "unidad" de todos aquellos profesionales que viven del sector y que han de remar en la misma dirección, "especialmente el cooperativismo". Para este fin reclamó "maximizar las oportunidades que brinda el Plan de Desarrollo Rural de la UE".

La consejera, por su parte, fue elocuente a la hora de ofrecer los datos: del millón de hectáreas de viñedo en España, Andalucía concentra únicamente 30.357, de los cuales la provincia onubense posee más de 4.000. "Si realizamos un estudio retrospectivo comprobamos que en 2008 Huelva tenía 5.400", señaló a los medios a modo de radiografía de una situación que es aun más triste si tenemos en consideración que en 1983 la comarca contaba con 14.700 hectáreas.

En este escenario, Elena Víboras planteó consensuar "hacia dónde vamos, qué queremos y cómo hemos de relanzar al sector, partiendo de la necesidad de poner sobre la mesa las tres íes: innovación, integración e internacionalización". La cuestión no es baladí. Hoy, las principales cooperativas del Condado ven sobredimensionada su plantilla y sus vanguardistas instalaciones después de modernizar sus estructuras en torno a un volumen de producción que no ha dejado de caer a plomo.

Pero el viñedo no sólo tiene un componente en la comarca de índole económico o social, sino que lleva aparejado beneficios medioambientales en un espacio tan sensible como Doñana, donde un 5% del área cultivada es vid.

En efecto, la vid es posiblemente el mejor benefactor, puesto que la labor permanente de los agricultores evita la erosión de los suelos a la par que actúa como refugio de especies y como cortafuegos, favoreciendo, además, la conectividad biológica entre las distintas zonas agrarias y de conservación. Son valores que por sí sólo justifican el trabajo por perpetuar este cultivo que también ha dejado atrás uno de sus grandes lastres: la falta de relevo generacional.

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