Huelva

Paco Molero, un periodista con gancho

Yo no sé escribir obituarios, Paco, si es que eso consiste en enumerar aquí un largo cúmulo de datos biográficos y de méritos oficiales para que quien no te conociera se haga una somera idea de quién fuiste. Yo sé más de mirar a los ojos a la gente que al primer golpe de vista ya me inspira cosas. Suelo encontrar más en la expresión que en el currículum. A mí, el fondo entrañable que palpitaba tras tu primera impresión, pongamos, adusta, me transmitió sensaciones que el paso del tiempo no hizo más que confirmar. Lo descubrí mientras me corregías aquellas colaboraciones cofrades que me encargaste para Diario 16 al poco de arribar yo a Canal Sur, en San Pedro, donde tú ya estabas. Te confieso que, en un primer momento, me molestaron tantas correcciones por tu parte, yo que me tenía por buen redactor. Hasta que entendí que no me corregías, sino que me enseñabas. Lección primera.

La segunda, la recuerdo a menudo. Cada vez que me pongo ante una noticia farragosa de contar, complicada de entender y de hacer entender. O cuando un tema es tan delicado que no sabe uno bien por dónde meterle mano sin meter la pata. Entonces, siempre, me acuerdo de lo que tantas veces te oí decir: "Los periodistas tenemos que contar las cosas para que mi madre las entienda. Si ella no las entiende, hemos hecho mal el trabajo". El evangelio, Paco. De libro. Así eras tú: sencillo, directo, honesto, natural. Un alma libre también, aunque maniatado ya para siempre por tanto revés como se cebó contigo desde tan pronto. Pero un alma libre, al fin y al cabo, que no se resignó nunca a volar aunque sus alas fueras cortas. Las alas que se ven, digo. Las alas de verdad, las que se despliegan desde dentro, ésas eran bien largas y fuertes. Porque sólo así pudiste conseguir ser por encima de todo. Esa fuerza de voluntad, esa capacidad de superación, ese hacer humor de tu propio drama: "Yo soy un periodista con gancho", decías. Y a fe que lo eras. ¿Recuerdas aquella madrugada que te embarcaste en un barco de pesca y te fuiste a faenar para después contar en las noticias de Canal Sur cómo es realmente la vida de un pescador que cada día sale a la mar sin nada, en busca de lo que Dios quiera? Cualquier otro hubiéramos esperado que el barco llegara a mediodía al puerto. Tú no, Paco, tú fuiste en busca de la verdad tal cual es. O aquel día que tenías que ir a una concentración por el Día Mundial contra la Pobreza y lo que hiciste fue irte a una de esas plazas al sol donde de verdad está la pobreza y donde la pobreza habla por boca de las personas que la llevan a cuesta. Te sentaste entre ellos y ellos solos hicieron la noticia contigo como notario, otra vez, de la verdad. Periodismo de calle, periodismo de vida, periodismo en estado puro. ¡Qué ironías, Paco! Hoy he tenido que contar en las mismas noticias donde tantas noticias contaste tú que te has ido. Que ya descansas de tanta lucha desde tan pronto. Que has plegado tus alas. Que te has sacudido de un plumazo tantas cosas como te dolían: por dentro y por más adentro aún… Te voy a echar de menos, amigo, y me va a sonar a vacío cada vez que pase por ese rinconcito tuyo de la Plaza de la Merced y ya no te vea. Creo que será entonces cuando de verdad me dé cuenta de que te has ido.

El periodismo de Huelva tiene hoy una cornada dada en el corazón. Se ha ido uno de los nuestros, un tío sencillo y bueno, un luchador que nunca se dejó ganar, un ejemplo vivo de por qué somos lo que hemos elegido ser, un periodista con gancho…

Hasta siempre, Paco.

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