"El diálogo sobre sostenibilidad tiene que ser continuo, a las malas no hay industria, porque la industria no va donde no la quieren. Para mejorar las relaciones hay que apostar por la transparencia, información y comunicación". Así respondía el presidente de la patronal química a la inevitable pregunta sobre la imagen de las empresas, imposible de eludir en una ciudad con una dicotomía evidente entre la ciudadanía proindustria y aquella que rechaza la actividad, especialmente la radicada en la avenida Francisco Montenegro.

En un foro con representantes de diferentes fábricas del Polo, patronal, la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas; políticos y agentes sociales, fueron varios de los asistentes que pusieron la cuestión sobre la mesa. ¿Es posible mejorar la percepción de la industria? "Hay que seguir hablando. Eso no quiere decir que siempre se vaya a llegar a acuerdos, pero la peor conversación es la que no se tiene", contestó Luis Serrano. Según una encuesta realizada por Cefic (el Consejo Europeo de la Industria Química), el porcentaje de aceptación de la industria química ha pasado del 30% de la población al 50% desde el año 2000. Esto demuestra que "se puede cambiar la percepción, pero no sólo es un problema de comunicación. No es lavar la imagen, también hay que hacer cosas", prosiguió Serrano. Cosas como la reducción de vertidos, emisiones y menor siniestralidad o una buena formación para los trabajadores. "Con realidades se cambia la imagen, la percepción. Lo importante es explicar bien todo".

Sumado a una buena regulación, el clima positivo hacia la industria atrae inversiones, señala Feique. Y ante el riesgo de que cierre una empresa ("es muy difícil que quien se va, vuelva"), la solución "es traer otra. Pero no impedir el cierre: si es imposible cerrar las empresas también es un impedimento para que éstas vengan".

Otra cuestión puesta sobre la mesa por los asistentes fueron los efectos de la normativa farmacéutica, genéricos y subasta. Más allá de esa disparidad de criterios autonómicos antes denunciada, Serrano incidió en el impacto que tiene la política en torno a los medicamentos en la investigación farmacéutica. "El 80% del coste de un medicamento responde a investigación, un 10% a producción y otro 10% a comercialización. O nos ponemos de acuerdo con un pacto social y pagamos la investigación o nadie va a investigar".