Huelva

Jara organiza unas jornadas de la época romana en Zalamea

  • La programación, que comienza con una degustación gastronómica, incluye una ruta por los restos arqueológicos de la localidad

Durante la historia se han perpetuado lugares sagrados a través de los siglos, incluso con el cambio de creencias. Por eso se cree que la iglesia parroquial de Zalamea, la ermita de San Blas y la antigua ermita de Santa Marina de la localidad se erigieron sobre templos romanos, pues en estos lugares se conservan sillares y materiales arquitectónicos propios de construcciones más nobles y atribuibles a una población hispanorromana.

Durante el fin de semana, la Asociación Cistus Jara va a realizar varias actividades para conocer el pasado romano de la población. El Teatro Ruiz Tatay acoge hoy, a las 20:30, la presentación de las jornadas y una proyección de audiovisuales sobre la romanización en Zalamea, un acto que concluirá con una degustación gratuita de comidas y bebidas de época romana. Para mañana se ha preparado una excursión a Itálica y Carmona para conocer dos de los mayores vestigios de la época romana en Andalucía Occidental, y el domingo habrá una ruta de senderismo por los restos romanos de Zalamea. Se saldrá desde la Iglesia. Las jornadas concluirán con una barbacoa en San Blas.

Tras la expulsión de los cartagineses en el siglo II, la Península Ibérica se integra definitivamente en el Imperio Romano. Zalamea queda enclavada primeramente en la Hispania ulterior y posteriormente en la provincia denominada Bética, cuando tras la reorganización del Imperio que hace Augusto en el 27 a. C. se crea esa provincia romana.

Durante el periodo republicano poco se altera la vida de los indígenas ya que Roma se limita a someter política y militarmente los centros mineros y poblaciones para controlar el comercio. Con la llegada del Imperio en el siglo I, comienzan a introducirse las costumbres, religión y en definitiva la cultura de los nuevos colonizadores. La explotación de las minas provocó la llegada de un gran contingente de personas que requerirían grandes cantidades de materia prima, lo que vino a promover el resurgimiento de las áreas próximas dedicadas a la agricultura y a la ganadería.

Se ha encontrado en el término de Zalamea una gran cantidad de pequeños poblados dispersos, que se pueden dividir en tres tipos: aquellos que se crearon en las proximidades de las minas, con el objeto de albergar a los trabajadores que se encontraban en ella, es el caso de Castillo de El Buitrón, Tinto y Santa Rosa, la Mimbrera o Chinflón.

Un segundo tipo de poblado era el que se dedicaban a la fundición del mineral que se recogía de diferentes yacimientos situados en áreas cercanas. De este tipo son los hallados en Ciriaco, Los Picotes, Corchito o El Pozuelo, y, por último, las villas rústicas dedicadas a la explotación agropecuaria. Constituían el sector básico de la estructura económica de la zona y su función era la de explotar los recursos agrícolas y ganaderos y proveer de ellos a las zonas mineras. Como es lógico ocupaban los lugares más fértiles. Entre ellos están los de la Esparraguera, Cabezo de la Cebada, La Molinera o La Morolla.

Aunque sólo en algunos de ellos se han encontrado enterramientos funerarios, con seguridad, todos debieron contar con un pequeño cementerio, pero debido a la fragilidad de las construcciones, estos han ido desapareciendo con el paso del tiempo.

Los romanos crearon una extensa red viaria por toda la Bética. Tanto por la densidad de población como por la explotación del metal y producción agrícola se hizo necesaria la construcción de un ramal, que partiendo de Riotinto llegaba hasta Onuba. Esta calzada atraviesa el término de Zalamea de norte a sur pasando cerca de la población por las proximidades de la Estación Vieja, donde aún pueden observarse algunos tramos, así como en la Laguna de la Pepa, las Tejoneras y Corchito

Todo apunta a que en esta época había un núcleo de población consolidado en el lugar que actualmente ocupa Zalamea o en sus proximidades. Se llega a esta conclusión por la cantidad de material reutilizado hallado en construcciones posteriores, principalmente en el conjunto Iglesia Torre. Este material procedería de construcciones romanas.

Sobre el nombre que pudo haber tenido este núcleo de población durante esa época, dos son los que se barajan como más ciertos: Cotinae y Callensibus Aenanici. De ambos, el más plausible es éste último, que vendría a significar algo así como "lugar en el camino del cobre" coincidiendo con las proximidades de esta población a la calzada que comunicaba las minas de Riotinto con Onuba.

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