Historia menuda

El monumento a Mora Claros (I)

  • Huelva no era una ciudad con muchas estatuas y eso que habían pasado por ella gentes de tres milenios l Fueron tanto los méritos de Don Antonio que su vida llenaría un volumen

En los inicios de la década de los años veinte del siglo pasado Huelva era una ciudad sin estatuas, sin monumentos, sin recuerdos… Daba la impresión de que había perdido su memoria y que nada recordaba de su vida trimilenaria. Parecía que cada día nacía de nuevo, se adaptaba penosamente a los hechos y exigencias cotidianos y se sometía espontáneamente, sin oponer resistencia, a la inercia social para la que carecía de toda experiencia pasada. Podríamos decir, en resumen, que era una población desnuda. Y es que los monumentos, los conjuntos escultóricos, los monolitos, las estelas, sirven de ropajes históricos a las ciudades.

Los numerosos vaivenes históricos de la vieja Onuba le proporcionaban motivos más que suficientes a nuestra capital para que estuviera llena de bella estatuaria por doquier. Aben Hazam, quien el historiador Martínez Navarro proclama como nacido en el sitio de Montija (Huelva) y fue el célebre autor de El collar de la paloma; Alonso Sánchez de Huelva, predescubridor de América; Cristóbal Colón, que, en unión de los mejores marinos del mundo de la época llegara a nuevas tierras; Andrés de la Vega Garrocho, almirante y guerrero; terror de corsarios, Guillermo Sundheim, hombre de mil proyectos realizados, que se enriqueció en Huelva, pero también llenó de logros materiales a la misma, fueron algunos de los que debieron ser perpetuados en bronce y piedra, pero tal honor le correspondió al patricio onubense Antonio de Mora Claros, varón que tenía corazón de lis en su pecho.

Fueron tantos los méritos de don Antonio que llenaría un grueso volumen con su labor intensa, plenamente dedicada al engrandecimiento de su patria chica, y desprovista por completo de cualquier interés en su propio beneficio. Recordemos algunos logros del Sr. Mora Claros. Entre ellos se encontraba la fábrica de electricidad de San José y San Antonio, que mantuvo vigente y poderosa mientras estuvo con vida y que proporcionaba la electricidad a las fundiciones y talleres de la Compañía de Riotinto, los de Matías López, de las Compañías férreas de Madrid, Zaragoza y Alicante y Zafra a Huelva, los de Montagut y todas las grandes industrias de la capital y los cercanos pueblos de San Juan del Puerto, Trigueros, Gibraleón y otros.

Heredó de su padre, Antonio de Mora García, el suministro de agua a Huelva, primordial para que Huelva se convirtiera en la dama sureña de la industria española y que se mantuvo hasta que por la puesta en marcha de la traída de aguas de Beas (ya fallecido él) hizo que cesara a Huelva la llegada del agua llamada popularmente de Morita.

Dotó a Huelva de un espléndido teatro, el Mora, que subsistió hasta 1968, que llevaba el nombre de su creador y propietario y que fue el primer gran coliseo con que contó nuestra capital.

Fue fundador y propietario del periódico denominado Diario de Huelva, de áureo e indeleble recuerdo en la historia de la prensa provincial.

En el aspecto social, don Antonio cedió el terreno necesario para la creación de la magnífica institución municipal denominada Gota de Leche. También, donó el terreno necesario para que se construyese en Huelva un cuartel. En la barriada del Molino de la Vega, proporcionó gratuitamente los terrenos para que se levantasen unos bloques, habitados por gente muy humilde, denominados Solares de Mora e, independientemente de los mismos, se alzase los talleres de fundición Nuestra Señora de las Mercedes. Por último, ya crear la Sociedad de Pesca La Atlántica, la puso en mano de simples pescadores para que la administraran y explotaran.

Antonio de Mora Claros había tomado posesión de su cargo de alcalde de Huelva el día 1 de abril de 1920 y el primer acto que realizó en tal dignidad fue donar a la Corporación el importe del fluido eléctrico que se había gastado el año anterior en alumbrar las calles, partida que fue decisiva para sanear poderosamente la hacienda municipal. Este desprendimiento, que alcanzaba la cantidad de 140.000 de aquellas pesetas, fue fundamental para los intereses del Cabildo onubense.

A pesar de sus bondades para con nuestra capital, en sus mejores días Huelva no conocía, o lo conocía mal a fuer de sus grandes enemigos. Así, en la página 144, del libro Siluetas de hombres ilustres de Huelva y su provincia, de Balbino Aguirre Lazanedo, publicado en Huelva en 1919, leemos:

"…a don Antonio de Mora Claros -uno de los hombres que sus prendas naturales colocan en Huelva en punto eminente y singular- el vulgo lo desconoce en absoluto, o sabe de él solamente por lo que quiso decir la lengua apasionada de sus enemigos políticos…".

El 20 de noviembre de 1922, las Parcas celosas de una existencia plena de vigor físico, amor a la tierra natal y fulgor intelectivo cortaron el hilo de oro de aquella vida ejemplar.

La idea del Monumento se debe al diario La Provincia, tal como advertimos el 9 de noviembre de 1925:

"El Monumento a Mora Claros. Dentro de breves días será inaugurado el monumento que perpetúe la memoria del ilustre hijo de Huelva don Antonio de Mora y Claros, que en los distintos cargos que desempeñara demostró su cariño y afecto a Huelva.

La Provincia fue el periódico que lanzó la idea del Monumento a Mora Claros y con la propuesta de colocar una lápida de bronce con el rótulo de la calle dedicada al ilustre alcalde fallecido, quedó ampliado el homenaje aceptándose esa hermosa iniciativa…".

En la sesión municipal del 15 de diciembre de 1922, "se da lectura a un escrito que firman los señores Domínguez Ortiz y Pedro Garrido Perelló solicitando autorización y apoyo para levantar un monumento a don Antonio de Mora en la calle Cánovas.

El escrito viene informado por el arquitecto municipal el cual dice que en tal sitio el monumento no estorba ni es obstáculo para la circulación.

El Sr. Manzano elogia el escrito y solicita que el Ayuntamiento acuerde conceder lo que en él se solicita, contribuyendo con la misma cantidad que se concedió para los monumentos de Vázquez López y Sundheim, -que no llegaron a levantarse, añadimos nosotros-.

La Comisión organizadora de este homenaje póstumo, llevó con todo entusiasmo los trabajos, para dar fin a sus propósitos y tuvo el feliz acierto de depositar su confianza en el profesor de la Escuela de Arte y Oficios e Industrias, de Málaga y exquisito artista Diego García Carreras, a quien le encargaron el busto de Antonio de Mora Claros, de quien se habían procurado muestras artísticas y del que quedaron convencidas de su labor fervorosa y ungida de serenidad y seguros de que en Huelva alcanzaría inmediato y perdurable triunfo.

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