Huelva

"El estado de Fuentepiña se enmarca en la proverbial dejadez de nuestra tierra"

  • El onubense, que abrió el viernes Las Cocheras con un recital de poemas de 'Diario de un poeta recién casado', reivindica la vigencia de la obra de Juan Ramón Jiménez más allá de las estatuas e inútiles oropeles

Su agilidad mental le lleva, en ocasiones, a no dejar terminar las preguntas: sabe bien de qué va cada cuestión cuando apenas ha escuchado las primeras palabras. Sin embargo, su actitud no es ni de lejos trivial. Porque sabe muy bien lo que dice y porque, una vez metido en faena, reposa cada verbo, lo saborea y es consciente de cada idea que vierte, de cada pausa, cada silencio. José Luis Gómez acaba de presentar en Huelva su recital de poemas de Diario de un poeta recién casado, una función que abrió el pasado viernes el programa cultural de Las Cocheras del Puerto.

-Presentó esta obra en Huelva con motivo del Trienio pero ahora la ha traído en otro formato. ¿Cuáles son las novedades?

- Siempre son adaptaciones al espacio dado. El decorado es muy sencillo: un ventanal a través del cual sólo se ven nubes. Curiosamente, cuando uno vive en una ciudad no se da cuenta de que apenas mira el cielo, pero cuando uno va en barco sólo ve cielo y mar. Y la idea es que por el ventanal pasen siempre nubes y, como los poemas tienen mucho que ver con la memoria, he llenado toda la obra de muchos sonidos, porque la memoria personal y humana está muy ligada a lo sensorial. Y los sonidos que aparecen, además de la música de la época que yo he seleccionado, son sonidos de la vida.

-¿Hay modificaciones en cuanto a la selección de poemas que hizo junto a Luis Muñoz?

-No, porque la estructura fue muy difícil de conseguir para que pudiera tener lo que cualquier composición debe tener: alternancia de ritmos, de formatos. Grande y pequeño. Largo y corto. Rápido y lento... Eso que contiene todo lo que se componga, ya sea música, literatura o arquitectura.

-Su recital es una forma de reivindicar a Juan Ramón. ¿Cree que su obra debería estar en otra dimensión?

-Juan Ramón tuvo en el franquismo un gran olvido porque fue un hombre delicado que, en el fondo, no se implicó en la política aunque sí estuvo con quienes debía estar: con la República, el único gobierno democráticamente elegido. Se fue al exilio y no quiso volver por las mismas razones por las que se marchó. Fue muy soslayado en el franquismo. El anterior Nobel fue Echegaray, que no tiene ni de lejos la altura de Juan Ramón. Y el posterior fue Camilo José Cela que, con todos mis respetos, no llega a su universalidad. En el tiempo posterior a la dictadura había otra poesía que quizás era más urgente, la social, y por eso se ha tardado en reivindicar a Juan Ramón. Pero quienes tienen que saberlo -los poetas y estudiosos- saben que él es la cima.

-La casa de verano del Nobel, que luce un estado evidente de abandono, ha perdido recientemente su protección como Bien de Interés Cultural por un fallo en la incoación del expediente, que no fue notificado por parte de la Junta a la propietaria en tiempo y forma. ¿Qué le parece el deterioro de este espacio tan importante en la obra del poeta?

-El asunto de Fuentepiña se enmarca dentro de una dejadez que es proverbial en nuestra tierra. Pero Juan Ramón debe estar más presente a través de trabajos sobre él, de recitales como este -que se deberían hacer en centros culturales que casi no hay en Huelva-, de su lectura y su difusión. Poniendo estatuas no se hace vigente a un poeta, sí se le hace vigente leyéndolo, explicando bien su obra a los alumnos, así como las inmensas opciones de sensibilidad de lengua que hay en su obra y cómo ha contribuido a enriquecer el lenguaje. Poner estatuas forma parte de la memoria de una ciudad, pero no es útil.

-Hablemos de su trabajo. Desde 1994 se ha concentrado en la concepción, gestión y dirección del Teatro de La Abadía, inaugurado en 1995. ¿Es éste el gran proyecto de su vida?

-Sin duda. Es un teatro cuya irradiación es cien veces mayor que su verdadero volumen físico. Estamos entre los grandes proyectos de la Unión Europea junto con cinco teatros de Francia, Bélgica, Italia y Rumanía. El teatro tiene el más alto grado de internacionalización pero no es muy grande. Nos hemos centrado en hacer las cosas muy bien con poco equipo. Un equipo altísimamente motivado, con gente de élite.

-Vivir para el teatro y no del teatro.

-Exactamente, yo no he vivido del teatro, sino para él.

-De vez en cuando hace algún paréntesis para interpretar papeles importantes. Uno de ellos fue el de Ernesto, en 'Los Abrazos rotos'. ¿Ha visto 'La piel que habito'?

-Claro, pero no voy a opinar sobre esto. Me gusta mucho todo lo que hace Pedro.

-De todos sus papeles, ¿con cuál se queda?

-Siempre elijo mucho y trato de hacerlos con honradez. Estoy especialmente satisfecho con los de los últimos años, sobre todo con los tres últimos que he hecho. Uno de ellos fue el de Los fantasmas de Goya, una película de Milos Forman. Otro es el de la última película de Achero Mañas, que es uno de los papeles más arriesgados de mi vida. Nunca pensé que iba a hacer de travestí y lo he hecho con gusto y dedicación. Y la penúltima película de Pedro fue un empeño muy grande porque era un papel difícil, muy complicado.

-Hace poco ha sido investido Honoris Causa por la Complutense, aunque su lista de reconocimiento es temprana, extensa y variada.

-Yo no quiero más reconocimientos, de verdad. Yo lo que quiero es poder seguir trabajando con normalidad, poder seguir haciendo mi función y mi tarea, la que he elegido y que me ha sido dada por la vida y las circunstancias. Y seguir cultivando el cariño y amistad de las personas con las que trato.

-Le iba a preguntar qué es lo que le queda por hacer pero creo que ya me ha contestado.

-Sí, precisamente eso es lo que me queda por hacer.

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