Iberoamericano

Vidas cruzadas

  • La buena vida

Andrés Wood ha tomado cuatro páginas de la vida de otros tantos personajes de los muchos que pululan por la ruidosa ciudad de Santiago de Chile. Sus particulares conflictos personales, sus relaciones, sus ambiciones, sus problemas familiares, su cotidiana existencia, su dilema vital, desfilan por esta visión particularizada de cada uno de ellos, en la complejidad y la vorágine de la gran metrópoli, cuya evidencia se manifiesta muchas veces en las imágenes de 'La buena vida', película elegida para representar a Chile en la próxima edición de los premios españoles 'Goya'.

Ellos son una psicóloga separada de su marido que se encuentra con la desagradable sorpresa de que su hija está embarazada y que a ella no le ha dicho nada. Un joven músico que regresó de Alemania donde estudió y es rechazado por el Conservatorio, viéndose obligado a ingresar en la banda de música de los Carabineros; un peluquero que trata de comprarse un coche para lo que solicita un crédito, que le es negado por el Banco y por su propia progenitora y una madre que no puede hacer frente a su vida y a la de su propio hijo.

Muchas veces hemos visto este tipo de cine que Andrés Wood emprende con absoluta sencillez y naturalidad, destacando los aspectos más realistas de la trama con una mirada de cierta conmiseración hacia estos personajes que se mueven dentro de su drama íntimo con la evidencia de su soledad en algún caso, la indefensión, el desarraigo, el desamor o el desamparo. Ya que junto a ellos tenemos otros personajes y otras historias más o menos marginales, pero que forman parte de este microcosmos particular en la barahúnda de una ciudad viva.

Hay un aspecto esquemático y un tanto superficial en el que muchas veces no se ahonda demasiado en los conflictos que se ven de una manera ligeramente impresionista y se quedan en ocasiones un tanto incompletos. Pero de paso Andrés Wood, que ya nos llamara la atención con 'Historias del fútbol' (1997), mención del Jurado en la XXIII edición de nuestro Festival, nos ofrece una perspectiva periférica de la ciudad y a través de ésta, apuntes interesantes y significativos sobre la vida chilena y algunas de sus realidades sociales. El final, con esa banda de música de los carabineros, desfilando por las calles de Santiago de Chile, interpretando una marcha militar, presenta connotaciones dignas de mención.

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