Salud sin fronteras

José Martínez Olmo S

Pasos frente a la hepatitis C

ESTOS últimos meses han sido importantes en la lucha frente a la hepatitis C. La aparición de nuevas terapias de una alta efectividad como tratamiento curativo de la infección por el virus de la hepatitis C, ha revolucionado el abordaje de esta patología. También, el alto coste de estas terapias y en especial algunas de ellas, ha condicionado la respuesta del sistema sanitario ya que hubo momentos en los que la resistencia del ministerio de sanidad a la aprobación de algunas de estas terapias, generó una reacción de profesionales y pacientes que tuvo como consecuencia el desarrollo de movilizaciones y la reivindicación de un plan estratégico que permitiera el acceso universal a estas terapias para todos los pacientes.

Tuve el honor de ser una de las personas que más reivindicó este acceso universal y de hecho, aporté mi granito de arena para convencer al ministro Alonso en la puesta en marcha del Plan estratégico para el abordaje de la hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud.

En este último año el Plan se ha ido aplicando y según cifras oficiales, han sido tratados más de 50.000 pacientes. Los datos conocidos apuntan a un corte de unos 1.100 millones de euros que hasta el propio Gobierno ha valorado que son una de las causas de la desviación del déficit público. Hay que valorar qué aspectos se pueden mejorar, cuáles son los impactos en salud, cómo se pueden disminuir los costes y en qué medida lo que se hace en España puede y debe ser aplicado en otros países con pacientes afectados por esta infección. Es necesaria una evaluación pública y transparente del Plan ya que esto es algo que el Ministerio ha incumplido. Y en este sentido, conviene hacer una valoración específica para reforzar la prevención primaria y secundaria. Hay que depende la duda en relación a su en estos aspectos ha fallado el Plan porque hay quien plantea que no se ha acertado en promover todas las medidas para evitar la transmisión del virus entre colectivos y prácticas de riesgo, y en establecer unos criterios y estrategias de detección precoz.

Un Plan de esta naturaleza tiene que asegurar el tratamiento de todos los afectados más graves o con más predisposición a trasmitir el virus antes de pasar a estadíos incipientes y en este aspecto, la evaluación del Plan nos debe mostrar de forma transparente en qué medida ha habido equidad en el acceso a las terapias.

A partir de aquí, cabe actualizar el Plan con nuevos objetivos y asegurar la participación de las sociedades científicas de atención primaria y con las de salud pública y, por supuesto, creo necesario contar con las organizaciones de pacientes. En todos los casos, con garantías de que no existe ningún conflicto de interés de quienes participen en la evaluación y en la actualización del Plan.

Desde mi punto de vista el coste de las terapias debe rebajarse y por supuesto, contar con la financiación necesaria por parte del Gobierno de España para evitar poner en riesgo el desarrollo de otras actividades y funciones de la sanidad pública.

De cómo se aborden estas cuestiones puede depender una mejor salud en los pacientes afectados por la infección del virus de la hepatitis C y también en la prevención de esta patología. De igual forma, asegurar que no se afectan otras líneas de acción de la sanidad pública. De todo ello, aporté elementos de análisis en mi libro La sanidad del futuro a propósito de la hepatitis C publicado por la editorial granadina Amarppe.

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