Jesús Eguiguren. Ex presidente del Parlamento Vasco y negociador con ETA

"El PP actúa como si ETA no hubiera desaparecido"

  • Vivió 30 años con escolta y negoció cara a cara con los terroristas el abandono de las armas, un proceso que le dejó exhausto y hundido.

Doctor de Derecho Constitucional, ex secretario del PSE-PSOE en Guipúzcoa y ex presidente del Parlamento vasco, Jesús Eguiguren vivió 30 años con escolta y negoció cara a cara con ETA el abandono de las armas, un proceso que le dejó exhausto y hundido. Algunos le acusaron de traidor por buscar la paz sentado en la misma mesa que los asesinos. "Nadie se acuerda de nosotros, no nos han dejado disfrutar del triunfo", asegura con un poso amargo. Esta semana ha participado en San Roque en los cursos de verano de la Universidad de Cádiz. 

-¿Cómo era levantarse cada mañana y vivir?

-El problema es que te acostumbras a todo. Es una situación relativamente increíble en la que un grupo de individuos te insulta por la calle, te amenaza, pone carteles con tu nombre... Me he llevado veintitantos años sin pisar  la parte vieja de San Sebastián. Y te haces. Había dos mundos. El de ETA y Batasuna, con los que no teníamos ninguna relación, y el resto de la sociedad, que pasaba bastante del tema. El colectivo amenazado era relativamente reducido: Policía, Guardia Civil, algunos partidos… Vivíamos encerrados en nosotros mismos. 

-El miedo estaba presente.

-Sí, pero te olvidabas de él. Si ibas por la calle mirabas quién iba detrás y te sentabas siempre con la espalda pegada a la pared, era una cosa natural. Nunca llamabas a la mujer para decirle que llegabas en media hora porque nunca sabías si ibas a llegar. Mil detalles que te marcan pero de los que no eres consciente. Y surge ese amor propio y te dices: esta gente no me va a echar de aquí.

-Al final, usted lo logró.

-No sé. He vivido muchos años en el ojo del huracán. Fui a decenas de funerales. El terrorismo lo era todo y aunque mi vocación era la universidad y logré el doctorado no desarrollé esa faceta en absoluto. Cada día me acostaba pensando en la última víctima y me levantaba pensando en ella. Pero tenías que seguir.

-Hasta cierto límite.

-Hay un día en que te derrumbas. Una compañera del partido me dijo: "Jesús, parecías el más fuerte, pero eras el más débil".

-Como el corredor de maratón que cruza la meta.

-Sí. Siempre dije que no me iría hasta que acabase el terrorismo y lo he cumplido.

-Pero tiene la sensación de que no se ha reconocido el trabajo hecho.

-Se ha sido demasiado injusto con los que en el País Vasco se han jugado la vida con el terrorismo. Nadie se acuerda del concejal que ha estado diez años amenazado, con su familia angustiada. Con toda esa gente se ha hecho borrón y cuenta nueva. 

-¿Sería necesario una comisión de la verdad en la que cada cual pusiera las cartas boca arriba y todos se mirasen a la cara?

-Algo así se está haciendo desde el Gobierno vasco, pero el problema es cuando entras en ese campo se mezcla todo: las víctimas del franquismo, los torturados… Y se pierde el objetivo.

-¿Es posible la paz sin arrepentimiento y sin entrega de armas?

-La paz ya está, pero está claro que ETA tiene que entregar las armas y disolverse. ¿Arrepentimiento? Son plenamente conscientes del daño hecho y están dando pasos con rapidez.  Han sido muchos años de atentados, de amenazas, desde 1959 a 2011, y de la noche a la mañana no se pueden cambiar muchos hábitos.

-¿Queda gente en ETA con ganas de tomar las armas?

-No, eso está acabado, para siempre. Si las tomasen estarían contra su propia gente, que les han obligado a parar. Y, además, la Policía y la Guardia Civil están muchos más preparados que ellos. ETA al principio tenía mejores armas, pero hoy en día ya es más complicado. Habrá unos cincuenta tíos de ETA en Francia más o menos controlados y no sé a qué están esperando para disolverse. A un gesto del Gobierno, a algún intermediario…

-¿Debería hacer algo el Gobierno? ¿Acercar a los presos al País Vasco?

-Algo se supone que debe hacer. Si durante años fue el primer problema del país, coño, intenta ponerle punto final. Acerca a algunos presos, promueve medidas de reinserción... El PP no ha hecho nada y actúa como si ETA no hubiera desaparecido.

-¿Qué día se dijo usted que, por fin, ya no iba a haber más muertos?

-Ellos pararon en 2011 y un año y medio antes yo tenía claro que iban a parar. Yo les conocía por dentro, sabía de la mentalidad de la gente de Herri Batasuna (HB) y sabía que querían ser un partido que jugase a ganar las elecciones. Pero estaban ilegalizados y fuera del mapa, con Aralar comiéndoles el terreno desde la izquierda abertzale. Había varios factores que me llevaron a dar la fecha incluso del final de ETA.

-¿Y acertó?

-Sí. Dije que esto se acababa en 2011 porque en 2012 había elecciones en el País Vasco y HB quería presentarse. Cuando tomaron la decisión me lo dijeron.

-¿Qué porcentaje de responsabilidad tiene en el fin de ETA la negociación con la banda y la presión de las fuerzas de seguridad de Estado?

-Fueron múltiples factores los que llevaron a ETA a un callejón sin salida. Le hizo mucho daño el atentado islamista del 11-M porque en el País Vasco mucha gente pensaba que el terrorismo era algo revolucionario y aquello les hizo ver los efectos de esa salvajada y ser más sensibles ante el horror. De alguna forma, el terrorismo islámico les dejó sin espacio. La Policía también hizo mucho, tenía más medios y era más profesional. 

-También ayudó Ley de Partidos, que dio pie a la ilegalización de HB.

-Yo entonces estaba negociando ya con Otegi. Mi partido defendió la ley, pero la gente allá no la veía bien.

-¿Qué gente?

-Los obispos, los empresarios, todos en contra. Y yo me decía: nosotros estamos jodidos en los ayuntamientos y estos tan tranquilos… ¡Que se jodan! Me daba igual que la ley fuese buena o mala. Fue clave. 

-La tregua se rompió en 2006 con el atentado de la T-4 de Barajas.

-El proceso de paz no tenía marcha atrás. HB se volvió contra ETA y condenó el atentado. ETA se deslegitimó. La paz nació de los escombros de la T-4. En ese mundo, las decisiones se toman en asamblea y hasta ese momento las asambleas no le habían dicho a ETA que no.

-Otegi fue su interlocutor, pero acabó en la cárcel por pertenencia a ETA.

-Todos los que estuvimos implicados en el proceso de paz hemos acabado bastante jodidos. Él se pasó siete años en la cárcel y yo tuve un bajón importante, psíquico y físico, en parte

porque no pensábamos en otra cosa todo el día. Ya no éramos dos partidos rivales, sino dos personas colaborando para que ETA y el Gobierno hablasen. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios