Almudena Arteaga. Escritora

"En España pasamos con facilidad del amor al odio"

  • La escritora detalla en 'Yo abdico', libro en el que colabora junto a otras firmas destacadas, los factores que contribuyeron a la abdicación del rey Juan Carlos I.

La escritora Almudena de Arteaga es una de las colaboradoras en el libro Yo abdico (Stella Maris): título coordinado a iniciativa de la periodista Nieves Herrero que incluye además las firmas de Fernando Jáuregui, Jesús Hermida, Elsa González, Constantino Mediavilla, José Ramón Pin o Jesús Sánchez Martos. Todos ellos realizan una detallada radiografía en torno a los factores, de naturaleza interna y externa, que pudieron contribuir y rodearon a la abdicación del rey Juan Carlos I, hecha pública el pasado 2 de junio.

-Define la abdicación como un "acto de generosidad" hacia el país. Pero Juan Carlos I siempre tuvo la idea de morir como Jefe de Estado...

-A pesar de que ésa era la idea que había tenido durante mucho tiempo, pienso que, además de las causas externas de diverso tipo, el comprobar su propio desgaste físico y psicológico le hizo cambiar de idea. A raíz de la abdicación de don Juan Carlos I, muchos han apuntado que el gesto es algo inusual, pero al contrario: ha sido bastante común en la historia de los Borbones en España. Y lo será más, ya que la esperanza de vida ha aumentado mucho. Creo que es un gesto, además, que tiene mucho de la soledad y el sufrimiento que trae la jubilación, por ejemplo, cuando está mal asumida. Y también de humildad y sabiduría.

-Tanto en Yo abdico como en los distintos mentideros, se apunta que el rey tomó la decisión en su último cumpleaños, pero que empezó a considerar seriamente la idea desde mucho antes.

-Abdicar ha sido un acto totalmente voluntario. En ello han influido y no poco, como he comentado, causas personales. Los planes de abdicación los conocían once personas que hemos dado en llamar "la cápsula". Desde abril se sabía que era algo definitivo y, al final, se convirtió en un hecho inminente por miedo a una filtración, aunque todas estas personas fueron absolutamente discretas.

-El primero en conocer la decisión del Monarca fue Mariano Rajoy, hecho que coincidió con la muerte de Adolfo Suárez. ¿Cree que la cercana desaparición de Suárez, figura también icónica de una época y cercana al Rey, pudo ejercer de resorte?

-Es cierto que la desaparición de Adolfo Suárez afectó a don Juan Carlos, y que como figura simbólica va unida a la labor del antiguo monarca. El rey reina pero no gobierna. En ese sentido, Juan Carlos I encontró en Adolfo Suárez el hombre que necesitaba para empezar a construir la idea de España que quería. Pero su decisión final se debió al aglutinamiento de varios factores. Más bien esperó a encontrarse bien físicamente para acometerla.

-Históricamente, ¿con cuál de las abdicaciones anteriores encuentra mayor parecido?

-Con quien yo encuentro un mayor paralelismo es con el Austria (Carlos I). Es verdad que era emperador de medio mundo, y ése no es el caso ahora. Pero cuando Carlos V de Alemania llegó a España también se encontró con un territorio complicado y con un gran escepticismo en torno a su papel... En su documento de abdicación, pidió perdón a los que hubiera podido ofender, y como Juan Carlos I, en su despedida se conjugaron una terrible crisis económica y el agravamiento de su enfermedad: Guillermo de Orange tuvo que llevarlo del brazo en la ceremonia de abdicación.

-¿De qué manera cree que la renovación monárquica podría entibiar el creciente sentimiento republicano?

--Durante el reinado de don Juan Carlos, la renta per cápita de los españoles ha subido un 40%. Se ha demostrado, además, que los presidentes de las repúblicas terminan salpicados por casos de corrupción, mientras que el Monarca está sujeto a su asignación pública. Y ahora que llevamos tantos años hablando de segregar España, Juan Carlos I hizo un gran ejercicio buscando elementos comunes... Sin contar con la representación diplomática externa del Monarca, y el poder moderador y representativo que tiene: "Ya está el Rey en Dubái", se decía, como si estuviera de vacaciones. No, está trabajando para España. Una buena república podría ser otra opción, sí... Pero creo que Felipe VI ha tenido tiempo de empaparse de la situación actual y prepararse para su cometido. Para mí, la monarquía es la opción más válida. Ocurre que en España somos muy tozudos: aunque nos den mil motivos, no nos  dejamos convencer.

-Éste no es un libro complaciente. Jáuregui destaca la soledad del Monarca y comenta que don Juan Carlos es consciente de su "responsabilidad" en su  "destierro sentimental".

-La soledad va implícita. Un rey no puede inclinar la balanza hacia un lado u otro, pueden confiar en muy poca gente. En Marina se habla de la soledad del mando, y aquí es un poco igual. Además, en esa soledad han influido muchísimo causas como el problema con Urdangarín.

-Evidentemente, en la decisión de Juan Carlos I influyó el desgaste institucional de la monarquía: en las últimas encuestas, el 62% de la población estaba a favor de la abdicación. Otro de los motivos en acelerar la abdicación fue la posibilidad de que el mapa político fuera muy distinto en un par de años. En este clima, ¿cuál es la vigencia de la monarquía?

-Hay que destacar el enorme poder moderador que ha tenido Juan Carlos I durante cuarenta años: ha sido capaz de mantener la paz y aglutinar diferentes ideologías en un país que llevaba dos siglos a la gresca... Por otro lado, Felipe VI le da visibilidad a la generación que actualmente es la protagonista en España, y es cierto que no está en un stand y tiene una conciencia cierta de cuáles son los problemas del país.

-Se apunta en Yo abdico que una de las principales cualidades de los Borbones es su "excelente capacidad para aguantar y sobrevivir".

-En España tenemos una facilidad inaudita para pasar del amor al odio, y los Borbones han demostrado tener una capacidad excelente para adaptarse a los tiempos y a los ánimos, sin perder nunca una vinculación real con España. Alfonso XIII no abdica hasta diez años después por la esperanza de volver...

-¿Cree que, como decía Haldeman, el gesto de Juan Carlos I, en el estado actual de cosas, se interpreta como "demasiado poco, demasiado tarde"?

-¿Debiera Juan Carlos I haber abdicado antes? Tal vez, pero es una decisión dura y personal, difícil de tomar, tanto como difícil es saber si se hace en el momento oportuno.

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