Deportes

Atraco con alevosía

  • González Vázquez Dio validez al gol de Llorente en un clarísimo fuera de juego y posteriormente protagonizó junto a su asistente una acción esperpéntica que supuso el segundo tanto castellonense.

Esperpéntico y obsceno. Un verdadero atentado al fútbol. Al final de temporada el Decano se irá a Segunda División o no. Huelva llorará o festejará, pero a ellos les dará igual. El colectivo arbitral español vive en su idilio permanente con el error y el descaro. La invulnerabilidad del sector les permite ofrecer espectáculos como el de González Vázquez en El Madrigal. Es tan simple como tener criterio, ser honestos y honrados con el silbato. Parece demasiado para este mal necesario del fútbol español.

El Villarreal no hizo nada. No creó juego. No llegó a la portería de Asier Riesgo. Fue netamente inferior a los albiazules. La diferencia no la marcaron los futbolistas sino el señor encargado de impartir justicia. Un término a veces demasiado en entredicho.

González Vázquez le regaló al equipo local un tanto en fuera de juego. La ejecución de Llorente fue magistral. Significó el empate en pleno torrente onubense. Luego, cuando la victoria recreativista volvió a merodear el área de Diego López, se las arregló con su asistente para protagonizar una acción surrealista. Cani picó el cuero ante la salida del meta del Recre y la defensa la sacó bajo palos. El colegiado levantó la cabeza, recibió el visto de bueno de su asistente y dio por válida la intervención del zaguero. Tras la protesta castellonense y con Camuñas montando el contragolpe, se replanteó la decisión dando por válido el mismo gol que antes no vio.

Lo discutible no es la decisión de dar o no el gol porque ni siquiera la televisión lo aclara, a pesar de las dudas razonables que genera. Lo sangrante y doloroso es la rectificación. La decisión en un sentido para dar marcha atrás posteriormente. La presión amarilla pesó más que el criterio propio. Realmente impresentable. Impropio de un fútbol como el español que presume de estar entre los mejores del mundo. Desde sus jugadores lo están. Sus colegiados bien podrían volver a las aulas.

Lo quedó claro una vez más es que con ser superior no le basta al Decano. La temporada recreativista está jalonada de ejemplos de todos los colores con idéntico desenlace. No hay un equipo de entidad que haya mostrado una diferencia notable sobre los albiazules. No lo hizo el Real Madrid, el Barcelona ni el Sevilla. Ninguno hizo más méritos que los onubenses para llevarse los puntos. Pero se los arrebató.

El Villarreal representaba la última oportunidad antes de la proeza para luchar por la permanencia sin angustia. No sumar en El Madrigal implicaba encarar el tramo final del campeonato con una exigencia agobiante. El Decano necesitaba un marcador positivo para no dejar su supervivencia en manos de unas matemáticas tan frías como contundentes.

Alcaraz revolucionó el once inicial. Recuperó al añorado 'trivote' que tan buen rendimiento ofreció hace muchas jornadas. La idea era clara. Controlar el centro del campo. El balón era la clave. Su dueño lo sería también del partido. Velocidad en intensidad, trabajo y asfixia para contrarrestar el esperado dominio de un oponente con mayor calidad. Javi Fuego y Aitor complementaron a Barber. No fue el único cambio, porque Maidana sustituyó a Sisi y Marco Ruben a Adrián Colunga arriba. Demasiado en juego y excesivas dudas recientes como para no buscar estímulos en el fondo de armario.

El plan inicial encontró enseguida un espaldarazo impagable. En una semana en la que tanto dio que hablar la incapacidad albiazul para ver puerta, apenas necesitó un minuto en El Madrigal para adelantarse en el electrónico. La apuesta por Marco Ruben en la punta del ataque dio fruto en cuestión de segundos. El argentino peleó el primer balón que recibió como es costumbre y de su insistencia sobrevino la ocasión que Camuñas no erró. El noveno en la cuenta particular de un hombre que no está en el campo para ser el referente goleador del plantel.

Con este panorama, al Recreativo le quedó el camino expedito para buscar esa proeza tan necesaria. El Decano se limitó a realizar un fútbol inteligente. Dominó los tiempos y administró la renta a sabiendas de la ansiedad que dominaba a su oponente. Minutos y más minutos de toque, control y manejo de una situación más que favorable. Futbolísticamente, el Recreativo lo hizo todo. En el otro partido, el de los factores incontrolables, fue una víctima cruel.

El primer paso hacia la victoria local lo dio Llorente cuando el minuto 39 se marchó a la espalda de Lamas en más que probable fuera de juego. La igualada dio alas al Villarreal en esos minutos finales de una primera parte que no aportó nada más.

Los de Pellegrini trataron de imponer un ritmo superior al regreso de vestuarios, pero pasó de la mera intención. El Decano siguió siendo superior. Mejor que su oponente en todas las facetas, la ventaja estaba de nuevo al alcance de mano. Todo ello después de perder a Adrián Colunga y Marco Ruben por lesión. Incluso sin delanteros en el campo, el Recreativo merecía los tres puntos.

Hasta que llegó la jugada maestra de González Vázquez y su asistente. El insulto al fútbol en una acción en la que lo censurable no es tanto el error como el cambio sobre la marcha de una decisión ya tomada. El no-gol de Cani destrozó el choque. El colegiado se dedicó a desquiciar a la grada sumido en problemas de conciencia. El Decano se lanzó a la desesperada con Lamas de delantero centro y aún así tuvo su oportunidad en un cabezazo de Javi Fuego. Tal vez si hubiese entrado habría dado luego validez al gol de Nihat de falta. Cualquier cosa menos responder a la misión para la que están en el campo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios