Betis - Recreativo · la crónica

Demasiado castigo (3-2)

  • El Decano supera en juego y fútbol al Betis, pero cae víctima de dos penaltis y dos expulsiones en el Villamarín. Menosse y Córcoles vieron la segunda amarilla en el cuarto de hora final del encuentro.

La historia le atribuye la frase a Felipe II. José Luis Oltra pudo hacerla suya anoche. Cuando el rey prudente recibió la noticia del desastre de la Armada Invencible respondió lacónico que él no había mandado a sus barcos a luchar contra los elementos, sino contra los ingleses. El Decano llegó a Sevilla para enfrentarse al Betis y se encontró con un muro infranqueable. Fue mejor que su oponente, tuvo el partido, golpeó donde pudo hacerle daño y al final sucumbió a manos de unos elementos que nadie puede controlar en el fútbol.

Al encuentro del Recre sólo cabe hacerle un reproche. En la primera media hora del partido debió ir a degüello a por su oponente, con mayor ambición y agresividad para liquidarlo antes de que tuviera la más mínima posibilidad de contrarrestarlo. El Decano alimentó el clima revolucionario muy pronto. Dos minutos y la pizarra de Oltra. No le hizo falta más. Montoro no acertó en una jugada de tiralíneas para adelantar a los albiazules al saque de un córner. Adán atrapó bien pegado a la base del palo. Fue un aviso que avivó las críticas y disparó el nerviosismo de un Villamarín más pendiente del plebiscito a su entrenador y el palco que al partido.

Mientras el Betis jugó cuesta arriba, siempre impreciso, tenso y con urgencias, los albiazules aportaron tranquilidad y una mejor disposición sobre el terreno de juego. A los verdiblancos les costó la vida salir con claridad, mientras al Recre le bastaba con la posición sobre el césped para alimentar la incertidumbre local.

La calidad no entiende de crisis ni tendencias. El Betis es un equipo con serios problemas y un salvador arriba. Rubén Castro apareció con un toque sutil a los nueve minutos. Fue suficiente para descolocar a la zaga albiazul, habilitar a Kadir por la derecha y generar el espacio para la entrada de Rennella, quien tocó lo justo para adelantar a los verdiblancos.

Nada cambió porque apenas hubo tiempo para ello. El gol no fue suficiente para aplacar los ánimos del Villamarín ni para desconectar a un Decano que si algo tiene es un tesón competitivo a prueba de golpes. Dos minutos tardó en dejar en evidencia a la defensa verdiblanca. Pedro Ríos centró desde la derecha con facilidad y Montoro remató de cabeza solo al segundo palo. Con el empate al Recre le faltó algo de ambición y fe en los metros finales, donde se ahogaron sus ataques en un fase de claro dominio recreativista. El Betis se le entregó y los recreativistas no supieron sentenciarlo. Los onubenses optaron por madurar sin asumir más riesgos de los necesarios a la espera del tanto que rompiera el partido. Con menos respeto por su oponente el choque habría quedado listo a la media hora.

Pero hay elementos y situaciones que uno no puede controlar. Si el Betis se fue al descanso con ventaja en el marcador fue más por perdón albiazul que por méritos propios. El Decano se sintió tan cómodo, tan superior a su oponente que olvidó que enfrente tenía a león herido, pero león al fin y al cabo con recursos en los metros finales para hacer daño o inventarse el medio para lograrlo. Los recreativistas demostraron durante media hora larga de partido todas las carencias verdiblancas, sacaron los colores a la defensa bética y demostraron su debilidad insultante.

No fue el Villamarín el jugador número doce que acostumbra. La crispación dispersó a los aficionados entre la crítica, los pitos y las peticiones de despidos a intervalos con el aliento. Tuvo un buen sustituto en Sureda Cuenca. Dos penaltis y otras tantas expulsiones por el bando recreativista hicieron más daño que los 14 béticos que alineó Julio Velázquez. Fue el auténtico elemento desequilibrante.

Sotres cometió un pecado de inexperiencia al borde del descanso. Primero no detuvo el lanzamiento verdiblanco, concediendo así un rechace ante el que su zaga y el propio cancerbero estuvieron algo lentos. Luego se lo puso muy fácil al colegiado, que ni pestañeó ante las protestas recreativistas y las dudas de la acción. El cántabro toco balón pero se encontró con la lipotimia de rigor del atacante. Rubén Castro no perdonó desde el punto de penalti. Remató su primera mitad el árbitro perdonando a Kadir la segunda amarilla con el pitido final. No tuvo suficiente. Se quedó con ganas de más.

Julio Velázquez corrigió a su equipo. El Betis de la reanudación sufrió menos con el balón y concedió menos facilidades a los onubenses, aunque mantuvo su crónica debilidad atrás. El centro del campo aportó más y al Recre ya no le resultó tan fácil anticiparse ni controlar la situación. El equilibrio entre ambos en cambio no alteró las deficiencias verdiblancas cada vez que algún recreativista meredeó el área de Adán.

El Betis llevó mucho más peligro en esta fase. Aportó poco al juego, aunque tener en la punta del ataque a Rubén Castro es un flotador al que agarrarse ante cualquier zozobra. El canario le sacó otro penalti al árbitro. Un forcejeo con Menosse en zona dudosa lo señaló dentro Sureda Cuenca. Kadir hizo el tercero en el minuto 63.

Vencer a este Recre cuesta sudor y lágrimas. Otro equipo se habría hundido con el 3-1 en el Villamarín. El Decano alzó la cabeza, se lamió sus heridas y apretó los dientes. Pedro Ríos y Núñez fabricaron el 3-2 en el 67 que devolvió la congoja a las gargantas verdiblancas.

Los minutos pesaron. Al Betis se le hizo largo y el Recre cedió más espacios. Rubén Castro salió de su letargo para encontrarse con la madera en dos ocasiones. Fueron minutos frenéticos en los que la locura alcanzó al colegiado. Primero mandó a Menosse a la ducha y luego a Córcoles. Las dos expulsiones cortaron la reacción recreativista y dieron aire a un Betis que ni contra nueve pudo respirar. La última falta de Álvaro Antón que no rozó nadie puso al Villamarín al borde del colapso nervioso.

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