Aventura transoceánica

El reto de Levy

  • El aventurero mexicano quiere cubrir los nueve mil kilómetros que separan Huelva de Cancún con la única ayuda de sus remos Tardará entre cuatro y seis meses en cruzar el Atlántico

"Lo más peligroso que puede hacer un ser humano es dejar para el mañana lo que desea hacer". Una frase, una única y lapidaria frase es suficiente para entender la filosofía de vida de Abraham Levy. El nombre de este aventurero puede que no resulte demasiado conocido, pero el mexicano fue el primer hombre en recorrer los 1.100 kilómetros que componen la costa de su país con un kayak y ahora quiere pasar a la historia por ser el primer hombre en cubrir los 9.000 kilómetros que separan Mazagón de Cancún con la única ayuda de unos remos.

La parte final de un proyecto de cinco años se inicia hoy desde el Puerto Deportivo de Mazagón, donde a las 15:00 Abraham Levy tomará salida con su embarcación, Cascarita, y se espera que llegue a su meta dentro de entre cuatro a seis meses, cuando el palista finalice su travesía por el Océano Atlántico para arribar a Cancún.

La historia de Levy y el mar es casi idílica, como un matrimonio perfecto. "A los dos años aprendí a nadar y creo que nadé todos los días hasta los 16 años. A mí me gusta estar en espacios abiertos, me gusta el deporte y me gustan los retos. Si lo mezclamos todo, creo que encontramos la respuesta a este viaje", confiesa.

El responsable de este Cristóbal Colón del siglo XXI es el abuelo de Abraham: "A él le encantaba el contacto con la naturaleza y le gustaba mucho leer sobre expediciones. Estudió mucho sobre Magallanes, los hermanos Pinzones y otros muchos. Siempre sacaba un mapa y me contaba sus historias".

A sus 34 años Levy inicia el reto más importante de su vida. Ya superó una tormenta tropical mientras pasaba por el Mar Cortés, algo que cuenta como una naturalidad asombrosa: "Cuando hace ese tiempo lo único que puede hacer uno es meterse en su camarote e intentar dormir. Es un poco molesto porque las olas rompe encima del barco, pero hay que tener paciencia y esperar a que el temporal amaine".

El hogar de Abraham durante los próximos meses será su embarcación. Una embarcación especial, diseñada para esta aventura. Hecha con fibra de carbono, Cascarita, tiene 6,70 metros de eslora y 1,79 metros de manga. Su peso rondará los 1.800 kilogramos y dentro de ella viajarán todos los víveres necesarios para que Levy no pase hambre y pueda nutrirse e hidratarse hasta su llegada a Cancún. Ni motor, ni una simple vela, ninguna ayuda tendrá Levy en su recorrido más allá que su fuerza motora, que será la encargada de mover los remos que catapulten a su barco al otro lado del charco, algo que toma especial valor cuando confiesa que "yo no sabía remar de esta forma, he aprendido para poder hacer esta aventura".La embarcación regresará a su posición natural en caso de volcar.

Por el camino le esperan multitud de peligros. Desde ballenas, pasando por peces picudos y sobrellevando olas de diez metros. "Si no tuviera miedo no estaría vivo, lo que hay que hacer es canalizar ese miedo y convertirlo en energía para superar nuestros retos", desvela. Además, el mexicano tendrá que hacer frente a sus miedos en solitario, puesto que no llevará ninguna embarcación de apoyo y la enorme distancia que recorrerá le hará perder el contacto por radio con tierra firme, por lo que se comunicará con su equipo por vía satélite, aunque si sufriese algún incidente durante su travesía sólo podría socorrerlo otra embarcación cercana. Eso sí, Levy hará uso de las tecnologías más avanzadas para que su equipo sepa en cada momento en qué situación geográfica está. Pero Levy considera que la principal amenaza será que "me lastime o que enferme, al margen de que le pase algo a la embarcación".

El plan de Levy consta de remar entre diez y doce horas al día, dependiendo de la climatología. En un día normal el mexicano hará cuatro bloques. Cada uno de ellos de unas tres horas, divididos en una hora de remo, diez o quince minutos de descanso, otra hora de remo, otros diez o doce minutos de descanso y una última hora de desplazamiento antes de descansar una hora para comer. Con ese nivel de ejercicio, el centroamericano intentará cubrir unas 40-45 millas, es decir, unos 80 kilómetros diarios.

Después de esos cuatro bloques de trabajo, Levy se meterá en su camarote para descansar, donde dormirá amarrado por unos cinturones. Mientras tanto, el mar y las corrientes decidirán el rumbo de Cascarita durante la noche. Si la corriente es contraria sólo un ancla dinámica será la encargada de ayudar a Abraham en su travesía.

Levy está preparado física y mentalmente para la odisea a la que se enfrenta. Para ello ha entrenado durante más de seis horas diarias desde hace años y a pesar de los peligros no se asusta, es más, sentencia diciendo que "si tus sueños no te espantan, aunque sea un poco, entonces no son lo suficientemente grandes".

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