Viernes Santo

La Huelva oficial se representa en el Santo Entierro

  • La procesión oficial volvió a congregar a miembros de distintas instituciones que desfilaron con un protocolo diferente. La Banda Sinfónica Municipal tocó en la salida de cada uno de los titulares.

JORNADA de clausura de una semana espléndida. El pulso cofrade, y el de la ciudadanía en general, con las procesiones no decayó en ningún momento. Pasaron definitivamente a la historia esos Viernes Santos que parecían el hermano pequeño del resto de las jornadas procesionales. El centro de Huelva volvió a ser, el pasado viernes, un hervidero de gente que siguió a las cuatro cofradías que realizaron su estación de penitencia.

Una vez más el tiempo acompañó y ojalá suceda un tanto de lo mismo para los cofrades del Resucitado que saldrán esta mañana desde Nuestra Señora del Pilar poniendo el broche de oro final.

El centro de la capital estaba muy frecuentado desde antes de la media tarde. Sin embargo la jornada comenzó algo lejos de allí; justamente en Viaplana. Un buen número de cofrades se disponía a iniciar su recorrido hasta la carrera oficial partiendo de la calle del Cristo de la Fe.

La cofradía de Viaplana fue la primera en salir desde su templo en esta última tarde de procesiones. Hubo otra, sin embargo, que fue la que puso el punto final en lo que respecta al momento de cruzar el dintel de la puerta de un templo: el Santo Entierro.

La cofradía oficial de la Semana Santa de Huelva es la encargada de realizar la procesión oficial de la ciudad que le da un sello especial e indiscutible. Varias son, no obstante, las circunstancias que hicieron de la salida del pasado viernes, algo especial.

La hermandad afrontaba la estación de penitencia con una importante novedad: contar con Javier Mesa como hermano mayor; savia nueva para una veterana y querida cofradía que marca una impronta insustituible no solo en el Viernes Santo sino en todo el devenir de la Semana Santa. También marca impronta el que sea la única cofradía de la ciudad en contar con una cuadrilla de costaleras, dirigida por Francisco Tortosa y Sara Vergel, como capataces.

Ha transcurrido más de una década y ahí siguen, con todas las ganas del mundo, unas mujeres de las que muchos tenían serias dudas de que permanecieran en su empeño de llevar al Señor por el centro de la capital.

Con extraordinaria puntualidad, las puertas de la Ermita de la Soledad se abrieron ante una plaza llena de gente. Desde unas horas antes, la trasera plaza de Nuestra Señora de las Angustias era un hervidero de actividad protagonizado, preferentemente, por las representaciones de las distintas hermandades de penitencia que, como es habitual, forman parte del cortejo procesional.

Pero la mano del nuevo hermano mayor iba a verse también en el protocolo de esta procesión. El ánimo de Javier Mesa era darle realce a la cofradía en sí, de manera que la disposición de los diferentes componentes de la comitiva sufrió algunas modificaciones.

El bello y personalísimo paso de Las Angustias fue, como es habitual, el primero de los tres en alcanzar Jesús de la Pasión. El buen hacer de León Ortega fue pródigo en arte y devoción. El anterior hermano mayor, José Mesa, fue el encargado de realizar su primera levantá.

Tras Las Angustias, iniciaron su andadura las distintas representaciones de las hermandades de penitencia en orden cronológico de salida en la Semana Santa. Comenzó Borriquita y acabó Resurrección. La salida de Las Angustias y del Yacente fueron acompañadas por la Banda Sinfónica Municipal que se encontraba en la Plaza de Las Angustias y que, definitivamente, se puso tras el palio de la Soledad para no dejar ese sitio durante toda la procesión.

Tras las hermandades de penitencia, la representación de la Hermandad de La Cinta y del Consejo de Hermandades y Cofradías; su presidente Antonio González se incorporó cuando el cortejo inició la carrera oficial. Junto a los miembros del consejo se encontraba el pregonero de este año Manuel Roméu.

La representación institucional estaba formada por representantes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, de la Universidad de Huelva, encabezados por su rector, Francisco Ruiz; el subdelegado del Gobierno, Enrique Pérez y el presidente de la Audiencia, Antonio Pontón; concejales del Grupo Municipal Socialista y representación de la Diputación; concejales del equipo municipal de gobierno y el alcalde de la capital, Pedro Rodríguez.

La presidencia iba delante del palio de la Soledad de María y justo detrás de éste, cerrando la comitiva, el obispo de la Diócesis, José Vilaplana acompañado por el párroco de San Pedro, José Arturo Domínguez por pertenecer a esta parroquia la Ermita de la Soledad.

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