Andalucía

Lenin, Excel y bates de béisbol

  • Susana Díaz sale indemne de un debate hosco, en el que arrancó justificando que su partido vaya a permitir gobernar al PP en España, sin mencionar la palabra 'abstención'.

DEBATES hubo dos, superpuestos. Uno político, sobre España, en el que silbaron los bates de béisbol, en particular entre la presidenta y los jefes de IU, Podemos y PP, dicho sea por grado de dureza. El otro debate fue técnico; lo inició Susana Díaz con un exhaustivo relato de cifras y datos, durante tres cuartos de hora de su cansina exposición matinal. Aquello más bien pareció la lectura de una tabla de Excel. La estadística sustituyó a la política.

Esta vía enciclopédica la siguieron todos los portavoces de la oposición, salvo Maíllo, que salió con el mejor discurso político de la tarde desmantelando buena parte de los epígrafes por "presentados y debatidos". El antiguo socio de coalición, que todavía sangra por la herida de la traición, acusó a Díaz de intentar revender productos ya conocidos como si fuesen nuevos. La presidenta, que es mejor polemista que oradora, salió mejor parada del debate político que de los asuntos técnicos. Es posible también que el asunto de Estado la motive más que las cuestiones regionales.

La sesión tuvo como punto culminante el cruce de descalificaciones en el campo de la izquierda, entre la socialista, el comunista y la poscomunista. El debate con Moreno Bonilla, con ser agrio, no llegó a ese grado de aspereza. Maíllo puso el toro en suerte calificando al Gobierno de la Junta como abúlico, apático, inerte, conservador, sin hambre, sin iniciativa, sin tensión política. Y a continuación entonó su particular "váyase señor González" contra Díaz. "Si se va a ir, váyase de una vez", "es usted una presidenta interina", "actúa para el Íbex 35", "ha empleado casi media hora en hablar a los suyos para convencerles en nombre de la gobernabilidad de entregar al PP el Gobierno de España", "es usted de derechas, de derechas, de derechas, más de derechas que don Pelayo".

La presidenta le entró a la yugular acusándolo de perder la compostura para agradar a Pablo Iglesias, con la aspiración de quedarse con el puesto de Teresa Rodríguez. Y le leyó una cita de Lenin, que se había traído escrita de casa, sobre la enfermedad infantil del izquierdismo ["el combate que da ventaja al enemigo, es un crimen"], para reprocharle que en marzo Izquierda Unida, como Podemos, votó en contra de un Gobierno de España presidido por un socialista, porque ambos grupos soñaban con el sorpasso. Los elogios a los soviéticos o utilizarlos como fuente de autoridad no son frecuentes en las Cinco Llagas. No se había visto otra cosa igual desde que en la investidura de Escuredo, hace 34 años, Hernández Mancha, el entonces presidente de AP de Andalucía, dijo que "la Revolución Soviética del 17 es un hecho justificado por la historia". Susana Díaz entró ayer en este círculo exquisito.

Además de pretender darle una lección con su maestro Lenin, la presidenta le preguntó si ella era tan de derechas cuando formaban coalición y le trató con desdén: "Esto no es La Tuerka [programa de televisión de Pablo Iglesias], esto es el Parlamento de Andalucía". "A ustedes les repugna la corrupción del PP, pero no la de Convergencia". "Usted ha venido a morder".

La agarrada de la jefa socialista con Maíllo fue precedida de otra similar con Rodríguez, quizá de menor rango. Dado su peculiar estilo arrabalero, cuando la jefa de Podemos utiliza el sarcasmo pierde fuerza. Aun así, se atrevió fuera de sus dominios habituales y felicitó a Díaz por el matrimonio con el PP, aunque la luna de miel no se la auguraba nada satisfactoria.

Intentó sacar a la presidenta de sus casillas y lo consiguió. Primero se equivocó con el nombre de Despeñaperros, que por dos veces mencionó como Despeñapedros. Después le entró con el argumento de que se echaba a la espalda los recortes de Rajoy y finalmente le preguntó lo que pensarían los miles de socialistas cuyos cadáveres están en las cunetas, asesinados durante la guerra civil. Díaz no se anduvo con tapujos. Acusó a la jefa de Podemos de venir a morder, a gritar y a mentir. De estar obsesionada con el PSOE y de no tener otro objetivo que su actitud antisocialista, de ser una muleta del PP, con el que votaron en bloque contra Sánchez en la investidura de marzo…

De hecho, la investidura, la de este 29 de octubre, no la de marzo, fue el eje sobre el que giró la sesión de ayer. El debate político sobre España lo estrenó la propia presidenta durante casi media hora de su intervención inicial, leída con mucho menos aplomo y convicción que el que consigue en las réplicas y dúplicas, terreno en el que es muy hábil y en el que abusa de las puyas en las últimas intervenciones, cuando ya sus adversarios no pueden responderle.

Habló de que España está en un momento delicado, recordó que esta semana se cumple un año de la firma del decreto de disolución de las Cortes, de la desconfianza que genera en Europa, de las amenazas del comisario Moscovici de suspender los fondos europeos y el daño que eso podría provocar a Andalucía, del camino secesionista emprendido por Cataluña, de la necesidad de iniciar una senda de regeneración democrática, de la conveniencia de apostar por el corredor ferroviario central, frente al mediterráneo, de la urgencia que Andalucía tiene de un nuevo sistema de financiación... Más bien parecía un ensayo para su propio discurso de investidura en Madrid, si le toca.

Moreno Bonilla, a pesar de que el papel de Díaz ha sido esencial para facilitar la investidura de Rajoy, no estuvo nada condescendiente. Es más, le reprochó que su cabeza y su tiempo no estén en Andalucía. Después de haberla invitado en repetidas ocasiones a desbloquear la situación, no tuvo ningún gesto de tregua para su adversaria. Le espetó que era egocentrista, lo que permitió a Díaz reprocharle el palabro: "egocentrista sería un centrocampista que acapara mucho el balón, usted querrá decir egocéntrica". Moreno le podía haber respondido con el palabro de Cornejo en su última rueda de prensa, cuando dijo que no le daba orticaria abstenerse.

El más amable interlocutor de la presidenta fue el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín. Incluso consiguió el único aplauso unánime de todos los diputados al recordar que era el día internacional contra el cáncer de mama. Frente al cruce de bates de béisbol de la socialista con los jefes de las dos formaciones izquierdistas y el popular, el guante de seda de Marín le quitó color a su intervención, que él quiso colorear de propaganda naranja, naranja, naranja.

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