Andalucía

El juez pormenoriza las vejaciones de sacerdotes de Granada a dos jóvenes

  • Diez curas y dos seglares del clan de los Romanones son investigados por abusos sexuales

Películas pornográficas, masajes, exhibicionismo, felaciones, intentos de sexo anal... El auto del juez Antonio Moreno, que investiga al llamado clan de los Romanones, integrado por diez sacerdotes y dos seglares de la diócesis de Granada, es un relato descarnado del rosario de vejaciones que denunció un joven en octubre de 2014 y que llegaron a oídos del mismísimo papa Francisco. El juez levantó ayer el secreto del sumario y otorgó a las partes un plazo de diez días para que aleguen sobre la posible prescripción de algunos delitos.

El denunciante, Daniel -nombre ficticio-, tiene ahora 25 años. Es supernumerario del Opus Dei. Los hechos ocurrieron desde que tenía 14 años y hasta los 17.

El juez observa en los actos denunciados, ocurridos entre 2004 y 2007, diferentes delitos contra la libertad e indemnidad sexuales en sus formas de agresiones sexuales, abusos sexuales y exhibicionismo.

El auto destaca que los hechos objeto de investigación "tienen una gran trascendencia y gravedad en sí mismos", por aparecer además como implicados representantes de confesión religiosa que, "lejos de ser los garantes de los principios religiosos proclamados por dicha confesión y su más Alto signatario, indiciariamente se podrían haber convertido en sus transgresores". Ello, junto a la necesidad de descubrir si se trataba de una trama y de si existían otras posibles víctimas en el pasado o en el presente de las prácticas sexuales denunciadas, fue lo que llevó al magistrado a blindar el caso, para procurar una investigación "silente, cauta y reservada".

El principal imputado en el caso es el padre Román Martínez -de él, a modo de líder del clan, toma el grupo el sobrenombre de los Romanones-, párroco de la iglesia granadina de San Juan de Vianney. Daniel y un amigo suyo fueron monaguillos en la parroquia. Ellos son las principales víctimas y denunciantes.

Según recoge el juez en su relato, el padre Román vio en el joven "una gran vocación para el sacerdocio". Era el motivo para hacer que Daniel compartiera con otros curas su modo de vida. Fue así como la víctima empezó a frecuentar el chalé de la urbanización Los Pinillos de Cenes de la Vega, donde se reunía el grupo de sacerdotes y en el que "finalmente ocurrían los hechos más graves y relevantes penalmente".

Cuando se quedaba a dormir, el párroco le proponía ocupar su cama, "estando otras camas libres", y ante la negativa inicial del chico "le decía que iba a romper la relación que como de un padre a un hijo le estaba dando, por lo que aquel accedió en dormir con él, al sentirse presionado física y psicológicamente".

Para precisar qué tipo de delito se puede imputar -agresión o abuso sexual- el juez detalla escenas explícitas de sexo: "Una noche, el sacerdote le dijo que tenía que darle un masaje para relajarse". El cura estaba "desnudo" y pidió al chico que le masturbara, al tiempo que trató de tocarle sus genitales. Ante su oposición, el párroco "se contrariaba" e intentaba convencerlo, diciéndole frases como "soy tu padre, tienes que dejarte llevar, no vives bien tu sexualidad". El joven sintió "miedo" porque le echaran del grupo y accedió. En otra ocasión, en presencia del grupo, "le dejaba en evidencia por no haberse corrido cuando practicaban esas masturbaciones".

Las agresiones sexuales denunciadas por el joven y recogidas por el juez Moreno en el sumario del caso tienen su momento más grave cuando, entre 2006 y 2007, el párroco trató de penetrarle analmente dos veces, pero se retiró ante el dolor de Daniel.

Otros dos testigos interrogados por el juez que estuvieron presentes en algunas de las reuniones de los Romanones abundaron ante el juez en las prácticas de los miembros del clan. Uno de ellos reveló que en un piso situado en Laguna de la Caldera, en la carretera de la Sierra de Granada, al que fue invitado por el párroco, éste entró en el baño mientras él se duchaba, "lo miró y casi inmediatamente [Román] dirigió su mano para intentar coger el pene", pero no lo consiguió, "ya que instintivamente se protegió".

Tras el levantamiento del secreto del sumario, que el instructor ha acordado antes de agotar la segunda prórroga de un mes, las partes personadas en el proceso podrán tener acceso ahora a todas las actuaciones, que han sido digitalizadas y ocupan ya 1.600 folios. Entre las partes personadas se encuentra la Asociación Pro Derechos del Niño (Prodeni).

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