Gabriel Pérez Alcalá. Rector de la Universidad Loyola Andalucía

"Es un error que las familias elijan la Universidad por proximidad"

  • Defiende el modelo universitario de Estados Unidos, la competitividad entre las instituciones académicas y que los alumnos se decanten por una u otro por su calidad.

Gabriel Pérez Alcalá (Jaén, 1961) es el rector de la primera universidad andaluza privada: la Loyola Andalucía. Lamenta que en España no exista cultura universitaria y propone la puesta en marcha de un sistema híbrido de elección para los estudiantes.

-Después de varios intentos, la Universidad Loyola Andalucía comenzó el año pasado su andadura. ¿Qué balance hace de este primer ejercicio?

-Estoy satisfecho porque hemos abierto. Hemos arrancado nuestras titulaciones tanto en Córdoba como en Sevilla de Administración y Dirección de Empresas (ADE), de Comunicación, de Derecho, de Ingenierías y Economía, y eso no es poco. El primer hecho significativo es que la Universidad ha nacido bien, con un número razonable de alumnos, casi 400. También hemos arrancado con cinco masteres, que tampoco era fácil y hemos probado que todos los sistemas han funcionado razonablemente bien. Eso sí, tenemos aún dificultades, pero el hecho de que las cosas hayan funcionado, que hayamos tenido alumnos en casi todos los títulos, aunque nos falló Políticas y Trabajo Social, que se hayan integrado personas que venían de otras culturas y universidades, y que internamente la Universidad esté funcionando, es para estar satisfechos. Además, este año también hemos firmado con Loyola Chicago un acuerdo de asociación importante y creo que es otro hito relevante de este primer curso.

-¿Cree realmente que hacía falta que Andalucía contase con una universidad privada?

-Yo digo que sí, porque si digo que no hubiera hecho falta resultaría contradictorio por mi parte y por la Compañía de Jesús. Quien tiene que decir si hace falta o no es la sociedad, la ciudad. Eso sólo lo sabremos con el tiempo porque si realmente somos los que vamos desarrollando el trabajo que queremos, si suponemos un complemento a las universidades públicas y, además, somos un revulsivo para distintos sectores sociales, entonces sí diremos que hacía falta esta universidad. Si no estamos a la altura de las expectativas, no haríamos falta.

-Sí, pero Loyola Andalucía ha nacido en pleno debate acerca del excesivo número de universidades que hay en España...

-El debate de cuántas universidades hacen falta me hace mucha gracia y me da pena porque es un debate falso. Si se contempla desde la ratio del número de universidades sobre el total de la población, Estados Unidos tiene probablemente el mejor sistema universitario del mundo y nosotros estamos muy lejos de esa ratio. Al margen del tema de los números, yo creo que el problema no está en cuántas universidades hay, sino si hay universidades de calidad o no.

-Pero, ¿hay o no universidades de calidad en España?

-Con nosotros, en España hay 81 universidades. Si en España estuvieran las mejores 81 universidades del mundo y vinieran las diez siguientes del mundo, ¿diríamos que hay muchas universidades?. ¿Y si hubiera en España las mejores 150 universidades del mundo, diríamos que hay muchas? No, luego el problema no es cuantas universidades hay, el problema es qué calidad tienen las universidades españolas. Además, pasa otra cosa. Las economías regionales del planeta que tienen mejor nivel de renta per capita y un mejor índice de calidad de vida son aquellas en las que se concentra un mayor número de universidades. Si consideramos el área metropolitana de Boston, allí se concentran 14 universidades: Harvard, Boston College, Massachusetts… Lo que tendría que preguntarse la ciudadanía en serio es si tenemos malas o buenas universidades.

-En los rankings internacionales, las universidades españolas no suelen ocupar los primeros puestos. ¿A qué cree que se debe este hecho?

-Sobre los rankings habría mucho que decir y, sobre todo, con el más conocido que es el de Shanghai, que tiene un componente muy importante de historia e investigación. Esto significa que si uno tiene un altísimo nivel de investigación acumulada está muy alto en el ranking. Es decir, una universidad joven tardaría mucho en entrar en él, salvo que de pronto se contratasen diez Premios Nobel y se hiciera una investigación gigantesca. Ahora bien, cuando uno mira otras clasificaciones da la casualidad de que las primeras 50 universidades del mundo son siempre las mismas. Entonces, tan equivocados no pueden estar todos los rankings. Lo que si pasa es que en el nivel de los notables aparecen variaciones importantes entre unas y otras. A nosotros nos preocupan los rankings, pero lo que más me preocupa es el estar en los que sean más ponderados que el Shanghai, como el Scimago, o el QS University. Nosotros estaremos en el Scimago dentro de poco. Daremos señales en cuatro o cinco años por volumen de publicaciones.

-¿Cree que la calidad de una u otra universidad es un factor de búsqueda para las familias o no?

-Es un error que las familias elijan la Universidad por proximidad. En Estados Unidos se eligen por calidad, al igual que en Alemania porque tienen un sistema de becas y porque las familias invierten mucho en educación. Es una cultura a la que no ha llegado todavía a España. Aquí no nos hemos dado cuenta de que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es una buena formación.

-A su juicio, ¿qué cree que es necesario que cambie para que se produzca este cambio de tendencia a la hora de elegir una universidad?

-Pues lo primero que tenemos que hacer es que nuestras universidades compitan entre si y sean capaces de diferenciarse y lo segundo es que las familias sean conscientes de que los títulos no son iguales en un sitio y en otro. La diferencia en calidad es muy alta. Primero tiene que haber un cambio de mentalidad en el medio plazo en los padres y en los estudiantes. En España no tenemos cultura universitaria, las familias no contemplan, no comparan las universidades para ver dónde se cursan mejor los estudios. En segundo lugar, el estudiante español tampoco compara planes de estudio, que además son demasiado estándar. En tercer lugar, en la sociedad española no se habla de universidad, no es un tema importante; pasa desapercibido y, sin embargo, nos jugamos mucho. De hecho, para los poderes públicos, la Universidad es una parte ínfima de su dedicación. Ellos se amparan diciendo que las universidades son autónomas; esa famosa autonomía universitaria que no existe. En el Gobierno alemán, por ejemplo, hay muchos más doctores que en España y ser doctor aquí no es relevante. En Estados Unidos, por ejemplo, existe literatura universitaria y cine, el deporte es universitario y aquí está fuera. En Estados Unidos existe hasta un subgénero de la comedia, que es el desmadre a la americana, que es un género universitario y también una novelística universitaria.

-¿Realmente cree que alguna vez competirán, por ejemplo, las universidades Complutense de Madrid con la Autónoma de Barcelona para captar más estudiantes?

-Las universidades debieran de ser capaces de competir. Si en vez de tener el sistema de financiación como tienen ahora, lo tuvieran a través de becas de alumnos, habría competencia porque los estudiantes son los que te llevan a ella. Es el sistema alemán: un híbrido entre financiación directa y a través de becas a los alumnos.

-¿Y cuál propone para España?, ¿cuál funcionaría?

-Un sistema híbrido. Por ejemplo, en Estados Unidos los alumnos compiten por las becas y se van a las universidades públicas o privadas. Las primeras, que son de calidad, prácticamente no compiten en precio con las privadas. En España sería viable si las universidades públicas y privadas expusiéramos los precios y los alumnos las escogieran a través de un sistema de becas. Sería viable con un sistema de becas generalizado. Creo que se puede organizar.

-¿Y sería posible?

-No. Se puede organizar, pero es como muchas cosas en este país que no funcionan. Por ejemplo, sabemos que se puede hacer un sistema fiscal más razonable, pero habría que tocar las cotizaciones sociales, pero ¿va a haber algún gobierno que las toque? No. ¿Podemos hacer un sistema fiscal más justo?. Sí, pero hay que tocar el IRPF y ningún Gobierno va a tocar el sistema de módulos.

-¿Qué perspectivas hay para el próximo curso?

-Las perspectivas son halagüeñas y el próximo curso vamos a matricular unos 650 alumnos. Este año, además, vamos a consolidar la investigación, que es uno de los pilares de nuestra universidad. También vamos a consolidar los grados e incorporaremos Psicológica, Relaciones Internacionales, Educación en Sevilla y haremos muchos grados dobles. Un grado de cuatro años ha venido a sustituir la antigua diplomatura y el grado doble ha venido a ser el equivalente, en Ciencias Sociales, a las antiguas licenciaturas.

-Cada vez son más las universidades que ofertan dobles titulaciones y Loyola Andalucía ha sido una de ellas ¿A qué se debe esta apuesta?

-El doble grado te da el doble de oportunidades en el mercado de trabajo y cuando se compaginan bien pueden ser fácilmente asumibles por parte de los estudiantes. El diseño de los grados se ha hecho con la posibilidad de mezclar. Por eso, quisimos hacer grados genéricos y no muy específicos. Por ejemplo, si haces Marketing lo puedes mezclar con ADE, pero no con Derecho. Estos grados abren más vías. El siguiente reto es el lanzamiento de los másteres y másteres dobles, que puede ser un MBA con un máster específico en finanzas o abogacía con tributación. La otra particularidad es el tema de hacer grados que estén reconocidos en Estados Unidos y tengan acreditación americana en asociación con Loyola Chicago, que nos obliga a hacer grados más bilingües.

-Hace referencia a la apuesta por la investigación y la que se hace en Loyola Andalucía difiere, en gran medida, a la que se venía realizando en Córdoba hasta la fecha. ¿Será competencia de la Universidad de Córdoba o no?

-En algunos campos sí, en otros no necesariamente. Este año hemos pasado el hito de 60 JCR, que puede parecer una cantidad pequeña, pero es que somos un claustro que no llega a los 110 y para Ciencias Sociales es importante. Tenemos más de un 20% del profesorado que tiene sexenio vivo de investigación. Este año solicitamos 14 y a través de la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora hemos conseguido 12. Esto va en serio. Mi profesorado no da más de 24 créditos porque tiene que investigar.

-¿Qué ventajas tiene ser graduado por Loyola frente a otras universidades?

-Nuestros planes de estudios son más novedosos que los de las universidades públicas. Yo diría que tengo un claustro más diverso, muy cualificado y prestamos unos servicios de cercanía al alumnado que pueden ser más formativo. Me gustaría subrayar que es una formación coherente y no está hecha a trozos de departamentos, sino de una pieza. Pretendemos dar una formación que tenga alma, un alma jesuística.

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