Caso mariluz

Un segundo testigo vio que Mari Luz había cruzado la calle y habló con ella

  • El nuevo testimonio, en manos de los investigadores, sitúa a la niña en el mismo lugar en el que el testigo localizado por este diario afirma que la vio hablando con un hombre antes de meterla en una furgoneta

Ya son dos los testigos que afirman que la pequeña Mari Luz Cortés (se cumplen ya 26 días en paradero desconocido) llegó a cruzar la carretera en la Avenida de las Flores. Según ha podido confirmar este diario, los investigadores tienen en sus manos un segundo testimonio que sitúa a la niña en la acera de enfrente a la Plaza Rosa, donde se ubica el domicilio familiar, testimonio que viene a ratificar la versión que dio hace dos semanas un testigo localizado por este diario y que ha sido clave para abrir nuevas vías en la investigación.

El nuevo declarante, que en ningún momento habla de que Mari Luz estuviera acompañada ni hace referencia, por tanto, al cómo actuaron las personas que han arrancado a la menor de brazos de sus padres, llega a afirmar que habló con ella. Precisamente cruzó unas palabras con la niña -según ha declarado ante la Policía- casi en la esquina de la Avenida de las Flores con la calle Geranio, el mismo lugar en el que el primer testigo aseguró, tanto a este periódico como ante la Policía Nacional, que la vio hablando con un hombre que se encontraba agachado frente a ella.

Ambos testigos sitúan a la pequeña Mari Luz en el mismo punto pero no cuadran las horas entre el primero y el segundo testimonio. Partiendo de cierta flexibilidad horaria (y de que salvo por alguna circunstancia concreta, lo habitual es no ir mirando el reloj), el segundo testimonio dibuja la escena y su conversación con la niña en torno a las 17.00 horas (siempre en términos aproximativos). El testigo localizado por este diario, que atravesaba la zona en un coche, amplía el horario y en la declaración que hizo a la Policía habla de las 17.30 horas aproximadamente. Esta declaración es la que afirma que, después de mantener una conversación con la menor, la cogió con sus brazos, se la colocó en un costado y la metió contra su voluntad (la niña pataleaba y repetía "¡No quiero ir, no quiero ir!") en una furgoneta situadas unos metros después (parada en la calzada junto a la acera) y que huyó del lugar a gran velocidad.

Entre una y otra declaración hay un intervalo de tiempo de alrededor de media hora, para la que de momento no hay explicación por testigos presenciales o porque haya confusión en cuestión de horarios.

Comienzan a producirse nuevas declaraciones, aunque de momento sólo por goteo. Estos testimonios abrieron una segunda línea de investigación del posible secuestro de la niña, después de que durante las dos primeras semanas la hipótesis que marcó los pasos de los investigadores fuera, en solitario, la posibilidad de un delito de naturaleza sexual.

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