La opinión invitada

Benjamín Faulí

La urgente necesidad de modificar la Sanidad Vegetal Europea

Cambios ante las plagas que acechan.

A los que trabajamos desde hace tiempo en contacto con la Comisión Europea nos llama poderosamente la atención como ésta, en determinadas cuestiones, procede a legislar de forma compulsiva y furibunda, casi siempre con el pretexto de la simplificación, y con unos resultados, como poco, discutibles. También hemos visto cómo cada nuevo comisario se dedica casi por sistema a modificar la política agraria común, a crear "su" PAC, introduciendo a su vez "reformas intermedias", "chequeos médicos" "trílogos" "pilares", "actos delegados", "sobres", "renacionalizaciones" y demás actuaciones innombrables de jerga comunitaria, mientras que en otros temas que consideramos de vital importancia hay una inmovilidad casi absoluta, y cuando se inicia el proceso legislativo se convierte en algo tedioso, sin fin, y de una lentitud insoportable.

Este es el caso de la Sanidad Vegetal Europea, regulada por una directiva del año 2000 y cuya reforma por fin está llegando al final. La Directiva del Consejo 2000/29/EC, ahora en revisión, tiene como objetivo impedir la introducción en la UE de nuevas plagas y enfermedades, así como evitar la propagación de plagas y enfermedades de un país a otro dentro de la Unión. La revisión se inició entre 2008 y 2009 por lo que ya va siendo hora de que se decidan cosas al respecto.

Esta cuestión de la aparición en la UE de nuevas plagas y enfermedades siempre ha sido un tema sensible. Asaja ha tenido graves desencuentros con las autoridades competentes. El funcionariado bruselense - y a veces también el nuestro- casi siempre aducía problemas de competencia con cuestiones comerciales y planteaba la duda de si nuestras demandas estaban más centradas en poner trabas al comercio internacional que efectivamente a velar por la seguridad de nuestras explotaciones para evitar, en el peor de los casos, la entrada de plagas devastadoras (HLB de los cítricos, cancrosis, moscas de la fruta tropicales, etcétera); el incremento de los costes en productos fitosanitarios para luchar con plagas y enfermedades que se aclimatan a nuestro clima, o pérdidas importantes de cosecha que mermen de forma dramática nuestra rentabilidad.

En Asaja llevamos predicando en el desierto desde hace muchos años y denunciando, con datos y cifras irrefutables, la entrada continua y constante de nuevas plagas en España. Estadísticamente, cada 15 meses entra una nueva plaga o enfermedad vegetal en España, y es cuestión de tiempo que, con la globalización comercial y el incremento de importaciones del Cono Sur, África y Asia, se aclimate o introduzca alguna plaga de efectos catastróficos. Por estas razones consideramos relevantes varias actuaciones de la Comisión que están en la línea de muestras demandas, aunque como hemos dicho al principio, se ejecutan con suma lentitud.

Ha sido muy importante el caso particular de la entrada del hongo Guignardia citricarpa (CBS) en los cítricos procedentes de Sudáfrica, que ha provocado varios años de discusiones con los servicios de la Comisión. Queremos creer que este asunto ha supuesto un punto de inflexión y que al hilo de este caso particular, la Comisión esté estudiando de cerca los incumplimientos en materia de legislación fitosanitaria. Lo bueno es que, modificando su tradicional posición de inmovilismo, parece que se está dispuesto a actuar en contra de los recurrentes incumplimientos fitosanitarios en la importación. En los últimos meses, la DG SANCO ya actuó como hemos dicho en contra de Sudáfrica (CBS), y ha introducido una prohibición completa a varios productos de India, así como de Egipto y de algunos países del sudeste de Asia.

Las conclusiones del informe anual 2013 de la Comisión Europea que se ha publicado en junio dejan bien claro que las frutas y hortalizas siguen siendo el sector más sensible y que el número de intercepciones sigue creciendo. El número de envíos de frutas y hortalizas interceptadas con organismos nocivos aumentó significativamente en 2013 llegando a casi 1.800 lotes, 400 casos más que los años anteriores. Un incremento de un 28% en solo un año.

Estos fríos datos aparentemente quedan como algo lejano, discusiones en la fría y oscura Bruselas que quedan muy lejos de nuestro día a día. Pero no es así. Sólo hay que ver los recientes casos de nuevas plagas que están afectando a Andalucía y concretamente a Málaga, como Drosophila suzukii, mosca de la que se tienen noticias en España desde 2008 y que causa graves problemas en las plantaciones de cerezo o caqui, sobre todo en Huelva; el ácaro cristalino del aguacate Oligonychus perseae que nos afectó de lleno en Málaga y Granada; la temible avispilla del castaño Dryocosmus kuriphilus de origen asiático, y que se está intentando erradicar en nuestra provincia con ímprobos esfuerzos por la Administración andaluza; el virus del rizado amarillo del tomate de Nueva Delhi que está afectando a los invernaderos de hortalizas andaluces. Para terminar, más del 17% del total de detecciones de organismos nocivos han aparecido en mango de importación.

Y la espada de Damocles que significa la Xylella fastidiosa, una bacteria con un enorme potencial patógeno del cual se ha detectado recientemente un foco en el sur de Italia. Y que está afectando principalmente a olivos, a pesar de que no había sido considerado entre sus principales hospedadores. Mejor no pensar en los efectos devastadores que podría tener para España (en particular para Málaga) su introducción. Como podemos ver, las consecuencias son más cercanas de lo que parece.

El control fitosanitario debe ser global, por eso es fundamental que la aplicación de la reforma de la política de Sanidad Vegetal sea un éxito y se haga teniendo en cuenta los riesgos reales tomando las medidas científicas, económicas y de control adecuadas.

Los hechos, desgraciadamente, nos avalan, necesitamos ya una legislación efectiva ante lo que se nos viene encima.

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